Terminator: Destino oculto

Crítica de Diego Batlle - La Nación

En Terminator: Destino oculto hay varios bienvenidos regresos. James Cameron, creador de la saga, reaparece como uno de los productores tras alejarse de la franquicia luego de haber dirigido El juicio final en 1991. También vuelve con todos los honores la Sarah Connor de Linda Hamilton, quien tenía 28 años cuando interpretó por primera vez ese personaje en 1984 y hoy luce espléndida a los 63. En ese sentido, sus escenas con Arnold Schwarzenegger justifican por sí solas esta sexta entrega de la franquicia. Y, más allá de sus lugares comunes y de algunas escenas algo rutinarias, lo que el director Tim Miller también consigue es recuperar cierto espíritu, cierta mística de los dos films originales que se habían perdido en varias de las entregas posteriores. 

Aunque se extraña por momentos el desparpajo y el delirio de Deadpool, un aquí más contenido Tim Miller reconstruye la tónica de ese cine clase B al que Cameron había apelado en sus dos películas de la saga y que los siguientes films barrieron en su búsqueda obsesiva de mayor espectacularidad. Esto no significa que Destino oculto carezca de intensas escenas de acción o de sofisticados efectos visuales en su presentación de los cyborgs de última generación, pero ese despliegue formal está concebido siempre en función de que el relato y la interacción de los personajes funcione. 

Que la nueva protagonista sea Dani Ramos (Natalia Reyes), una joven, humilde, inteligente y perserverante trabajadora de Ciudad de México, es también toda una toma de posición de los creadores de Destino oculto. Será ella el objetivo del todopoderoso malvado de turno (Gabriel Luna), quien aparece en la zona para exterminarla, mientras que en su defensa se sumarán la mítica dupla Schwarzenegger-Hamilton y Grace (Mackenzie Davis), un personaje híbrido (mitad humana, mitad biónica) también enviado desde el futuro para mantenerla con vida.

No es difícil advertir los paralelismos y similitudes entre esta historia y sus protagonistas con los de las dos primeras partes de Terminator y, en ese sentido, Destino final podrá ser acusado de un reciclaje innecesario, casi de una remake maquillada para que luzca algo renovada. Así, entre los cultores de la nostalgia que saludarán este regreso y los escépticos que la verán como una mera excusa oportunista de esa máquina de recaudar que es Hollywood, Terminator está de regreso con sus dos legendarios protagonistas. Más viejos, sí, pero con su rebeldía, sus guiños y su aura mítica intactos.