Taxi

Crítica de Fredy Friedlander - Leedor.com

Multigalardonado director del cual nos llega la reciente vencedora de la Berlinale
Jafar Panahi ha sido galardonado en los mayores Festivales de cine del mundo. Desde “El globo blanco”, su primer largometraje que ganó la “Cámara de Oro” en Cannes pasando por Locarno (“El espejo”), Venecia (“El círculo”) y tres veces (siempre premiado) en Berlin, justamente acaba de llevarse el Oso de Oro de la Berlinale por “Taxi”.
Hay dos periodos en la filmografía de Panahi, uno que arranca con su debut en 1995 hasta el 2010 en que el gobierno iraní le prohibió hacer cine por un periodo de 20 años y el otro que lo ha visto agregando tres títulos más en su filmografía. En 2011 junto a un colega (Mojtaba Mirtahmasb) codirigió “Esto no es un film” y dos años después, filmada dentro de su casa, realizó “Pardé” (“Closed Curtain”).
Ahora lo vemos en una especie de “road movie” conduciendo un taxi, algo diferente a los nuestros ya que pueden cargar más de un pasajero. La galería de personajes que van ingresando al vehículo es de lo más variopinta pero en algún sentido más de uno recuerda a los que habitan en nuestra propia Buenos Aires. Lo comentábamos con el director y amigo Tomás Lipgot, a la salida de la película, cuando le señalaba que en Teherán también los conductores de autos hablan por celular mientras manejan o cuando uno de los pasajeros le muestra una bolsa con videos “truchos”. Pero como bien decía Lipgot en Irán seguramente muchas de los DVD son la única posibilidad de ver películas cuya circulación en cine está prohibida.
“Taxi” está llena de citas cinematográficas (Woody Allen y “Medianoche en Paris”, “Once upon a Time in Anatolia” la penúltima de Nuri Bilge Ceylan, “Offside” del propio Panahi), pero además de sutiles reflexiones sobre las limitaciones existentes en Irán. El personaje de una muy joven “sobrina” que discute sobre las limitaciones en la distribución de películas en su país o el de una docente que en definitiva muestra que las mujeres están marginadas expresan el disgusto y la incomodidad que siente el director. Podría afirmarse que a través de una decena de figuras arquetípicas que van ocupando los asientos delantero y trasero del vehículo, el realizador logra transmitir la disconformidad de una sociedad, que parece estar mayormente a la espera de un cambio.