Taxi

Crítica de Diego Maté - Cinemarama

Se suele decir que “el cine es movimiento”; la frase que queda bien y que no necesita de demasiadas explicaciones. Pero para Jafar Panahi el cine no puede ser otra cosa: después de haber sufrido la persecución del régimen autocrático iraní, sus películas están obligadas a moverse para sobrevivir. Si This is Not a Film transcurría en el más hermético de los encierros, Taxi se hace sobre la marcha, en pleno viaje: un cine de resistencia como el de Panahi parece estar condenado a mutar permanentemente, a cambiar de forma para no ser alcanzado por los brazos de la censura. El director maneja un taxi al que suben distintas personas: todos hablan entre sí, discuten, se enojan, acuerdan; el auto se transforma en un improbable espacio de encuentro en el que lo documental y la ficción se confunden. El reducido dispositivo fílmico pergeñado por Panahi puede captarlo todo: el odio, la polémica, la muerte, la alegría, la amistad, incluso la constante sensación de saberse en peligro.