Suzume

Crítica de Pablo O. Scholz - Clarín

Ya muchos ven en Makoto Shinkai, el director de Your Name (2016) como el heredero natural de Hayao Miyazaki, el genial realizador de La princesa Mononoke, en lo que respecta a la animación japonesa.

Suzume es lo más nuevo de Shinkai, y como suele hacer el director El viaje de Chihiro, hay algo entre mágico y de ciencia ficción, no solamente porque hay personajes que en la vida cotidiana sería imposible que hablaran (un gato, y hasta una silla de tres patas). También es un filme sobre desastres sobrenaturales, a la vez sobre la Naturaleza, y con toques de comedia.

La protagonista es Suzume (que quiere decir gorrión), una adolescente algo solitaria, pero valiente e inteligente. Vive con su tía desde que su madre falleció. Yendo de su casa al colegio, en el camino montañoso se cruza con un joven, Souta, que le pide ayuda para encontrar un lugar. Suzume queda extrañada ya en la escuela ve un gusano rojo, gigante, hecho de humo y fuego, presumiblemente brotando de aquellas ruinas.

Lo curioso es que nadie más que ella lo ve.

Y decide ir hasta las ruinas abandonadas a las que ella le indicó a Souta que fuera.

Para qué.

Bueno, allí hay una puerta, en medio de la nada. Una puerta a un lugar que le recuerda sus sueños y, como si se tratara de la Alicia de Lewis Carroll, intenta, pero no puede pasar. La abre, y desata unas fuerzas cómicas. Tropieza con una estatua de piedra que se convierte en un gato y encuentra a Sōta tratando desesperadamente de cerrar la puerta.

La misión del recién llegado es “cerrar” esos portales, pero para ello necesita una suerte de llave. Hay un terremoto mientras cierra la puerta.

¿Se acuerdan del terremoto y el tsunami de Tōhoku de 2011? Por la fecha en la que transcurre la película, queda claro, metafóricamente, que se refiere a eso.

Ya en casa de su tía, el gato, Daijin, aparece y habla, y convierte a Souta en la forma de la silla infantil,que mencionábamos antes -propiedad de Suzume, un regalo que le había fabricado su mamá- y el gato, que daba vueltas por ahí, no sería otra cosa que la piedra angular del asunto.

Que Suzume sea una adolescente, y no una niña, no es un dato como para dejar pasar desapercibido. Hay cierta atracción que siente por Souta, en una etapa de su vida en la que está definiendo, también, quién es.

La silla que ahora habla, o sea, Souta, le cuenta a Suzume que el gato era anteriormente una piedra angular, una criatura que mantenía cerradas las puertas al más allá, lo que evita que el gusano salga y cause terremotos. Siendo una silla, Souta necesita ayuda, por lo que parte con la adolescente a buscar al gato y devolverlo a su forma, en lo posible antes de que otro terremoto destruya la nación.

La idea de aventura -y de inocencia- campean a lo largo de toda a proyección, que dura dos horas. La solidaridad de la gente con la que se cruzan y que no los conocían -que invitan a Suzume a pasar la noche o hasta a cuidar a sus hijos-, habla de un pueblo abierto a ayudar al prójimo.

Shinkai ha dicho que esta película es una suerte de respuesta a un sentimiento de culpa, propio, por hacer algo en animación frente a las catástrofes naturales que contábamos. Deseaba usar su arte para que la gente supiera qué había sucedido.

Ah, quédense a ver los créditos finales.