Surveillance

Crítica de Pablo O. Scholz - Clarín

De tal palo...

Jennifer Lynch, surrealista.

Jennifer Lynch lleva sobre sus espaldas un apellido ilustre y al que en buena medida sabe hacer honor en su película Surveillance (Vigilancia, literalmente). La hija de David Lynch, director de Twin Peaks y El camino de los sueños , entrega una historia retorcida, entre onírica y surreal por momentos, con una fuerte carga de violencia incontenida.

La película comienza bien arriba, con una escena fuerte. Una pareja duerme en su habtación y dos extraños irrumpen con máscaras y masacran al hombre. La mujer logra escapar, y corre por la ruta, perseguida por la camioneta que conducen los asesinos.

La escena siguiente tiene a dos agentes del FBI, que vienen siguiendo el caso de los asesinos seriales desde hace tiempo, que llegan a la zona donde se produjo esa matanza... y otra más, en una ruta. Como en el Rashomon de Akira Kurosawa, hay sólo tres testigos que dan su versión de los hechos. Son una joven drogadicta, una niña y un policía. Y los tres perdieron a seres queridos: la primera, a su novio; la segunda, a su familia entera; y el oficial, a un compañero.

A la manera de su padre, Jennifer construye los personajes a partir de sus actos más que de sus palabras. Igual, como las versiones de los tres se conrtradicen, los agentes -interpretados por Bill Pullman, con tics misteriosos, y Julia Ormond- van y vienen en los interrogatorios.

Surveillance , que tuvo a papá Lynch como productor ejecutivo, tiene por momentos aroma a Twin Peaks , y no sólo porque hay que descubrir a los asesinos y desmenuzar tantas incoherencias y paradojas en las descripciones de los testigos. Lynch hija se toma sus tiempos para narrar, por ejemplo, el encuentro de la patrulla policial con la familia de la niña y los drogadictos, que dan para largas secuencias. El sadismo, la perversión y la corrupción se dan de la mano allí, y en otras escenas, más alguna vuelta de tuerca que le dan al relato un semblante, un cariz atrapante.

En verdad es más lo que promete el filme -proyectado en DVD-que lo que termina brindando, pero ver a Pullman y Ormond bien vale el precio de la entrada.