Super Once: El juego final

Crítica de Natalia Trzenko - La Nación

Un film animado que nació como videojuego y después fue historieta -o manga, para usar el término apropiado, dado su origen japonés- y luego animé televisivo. Por ese camino, muy exitoso entre el público infantil, llega a este relato, centrado en la historia de un equipo de fútbol escolar -que recuerda a la serie de los años noventa Supercampeones -, que suma elementos de fantasía y ciencia ficción. Es una receta demasiado confusa para quien no esté familiarizado con este universo de antemano. Especialmente porque el doblaje hace poco por aclarar los cambios de tono y género del film y ni siquiera se pone de acuerdo a la hora de nombrar a su tema principal.

El protagonista, un adolescente llamado Endo, tiene una irrefrenable pasión por el fútbol, al que a veces también llama soccer, unaindecisión idiomática que no empaña su entusiasmo por el deporte. Una actitud que no comparten sus compañeros de escuela y que preocupa a los misteriosos personajes que lo observan desde lejos: "Es un horrible mal. Las almas y los cuerpos de los niños se debilitarán", dice el aparente villano, cuya misión es evitar que Endo forme su equipo y que compita en el torneo Fútbol Frontera. Aparentemente, el futuro de la humanidad depende del fracaso del equipo de los "buenos".

Más que los detalles de la narración, aquí lo que les interesará a los fanáticos del animé es que Super Once: el juego final cuenta con todas las marcas estéticas que hicieron del género uno de los favoritos del público infantil a nivel global.