Sudor frío

Crítica de Fredy Friedlander - Leedor.com

En notorio contraste con la mayoría de los estrenos nacionales, que raramente exceden la decena de copias y muy a menudo no superan la mitad, “Sudor frío” de Adrián García Bogliano se presenta en 35 salas de todo el país. Y la respuesta del público ha sido más que satisfactoria, al menos en sus dos primeros días de exhibición, superando la marca de 12.000 espectadores.

Se trata, como se intenta insinuar desde el inicio de esta nota, de un fenómeno inusual dentro de la que podría generalizarse como raquítica producción de films nacionales. Basta recordar lo acontecido durante el 2010, donde más de 100 estrenos argentinos no representaron ni el 10% del total recaudado en boletería.

Ocurre que detrás de la distribución de este estreno nacional se encuentra uno de los mayores sellos cinematográficos del mundo (Buena Vista). Es el mismo que el año pasado tuvo la película más taquillera del año (“Toy Story 3”) y la argentina con mayor número de espectadores (“Igualita a mí”). La campaña de promoción en este caso ha sido fuerte, con profusión de carteles y afiches.

Pero la pregunta básica es si tendrá continuidad este favorable arranque inicial. Si uno se atiene estrictamente a lo visto en el cine la respuesta no parece tan concluyente. Llama la atención que el director de la película ya tenga otros cinco largometrajes en su haber desde 2005 y ninguno estrenado. Títulos anteriores como “Grité una noche”, “No moriré sola” y “Masacre esta noche” refieren a una cierta insistencia en temas donde corre mucha sangre y abunda el terror, una vertiente que se reitera en “Sudor frío”.

Los actores centrales se distribuyen en dos grupos bien diferenciados. Por un lado un trío de intérpretes jóvenes, dos de los cuales por coincidencia tuvieron roles menores en “Diarios de motocicleta” de Walter Salles. El es un inexpresivo Facundo Espinoza y ella la varias veces vista en cine Marina Glezer (“La vieja de atrás”, “Roma”, “El polaquito”). Ambos irrumpen en una casa en búsqueda de otra chica allí atrapada, papel a cargo de la debutante en cine, no así en TV y revistas (Playboy), la sexy Camila Velasco. El otro grupo está constituido por dos ancianos, ex torturadores en la época de la triple A, uno de los cuales tiene dificultades para desplazarse. Que este par de viejos decrépitos (sobre todo uno de ellos) puedan dominar a tantos jóvenes, a los que se agrega al principio otra mujer que al poco tiempo será virtualmente degollada, es una cuestión que el espectador difícilmente puede “comprar”.

El otro aspecto inverosímil es que con tanta nitroglicerina esparcida en los cuerpos de las jóvenes, la misma no explote. Es más bien la excusa para que Camila Velasco deba desprenderse con sumo cuidado del producto químico haciendo con ello un strip tease, que poco tiene que ver con la supuestamente dramática situación.

Pero si algo le faltaba a esta película de terror, que no provoca miedo alguno, es la aparición hacia el final de un conjunto de mujeres encarceladas (vaya saber cuánto tiempo), que son liberadas y se abalanzan sobre sus dos victimarios. Allí la profusión de entrañas alcanzará un clímax al que se incorporarán unos vecinos de los ancianos, ocupados hasta ese momento en la ingestión de diversas drogas.

El inusitado no funcionamiento de los celulares en la casa, la repetida referencia a facebook y varias otras incongruencias terminan por provocar en el espectador una mezcla de asco y sensación de pérdida de tiempo, que ni siquiera una versión moderna del éxito de Manal “Jugo de tomate” logra mitigar. No aconsejable ni siquiera para adictos a este tipo de películas.