Suburbicon: bienvenidos al paraíso

Crítica de Rodrigo Seijas - Fancinema

CÁSCARA VACÍA

Hay trailers que son engañosos, porque prometen una cosa pero el film termina entregando algo distinto. Suburbicon: bienvenidos al paraíso, la nueva película de George Clooney, es un buen ejemplo: el adelanto anticipaba una comedia negra con elementos policiales, con claras reminiscencias del estilo sarcástico y cínico de los Hermanos Coen (acá co-guionistas). Sin embargo, lo que finalmente tenemos es una especie de cuento moral bastante amargo y con muy pocos rasgos de humor, que termina evidenciándose como un ejercicio de estilo cuando menos superficial.

Hay algo relativamente distintivo en Suburbicon, que es un relato cuyo eje narrativo y principalmente moral es un niño, que observa cómo su padre (Matt Damon) y su tía (Julianne Moore) quedan involucrados en una serie de estafas, chantajes y fraudes vinculadas a la muerte de su madre. Con cada acción vendrá una reacción y los cadáveres empezarán a apilarse. Como telón de fondo, una comunidad suburbana supuestamente idílica pero en que la persiste un notorio y brutal racismo, que estalla a partir del arribo de una familia negra al lugar.

Es un tanto difícil dilucidar qué es realmente lo que quiere contar o decir Clooney a partir de la premisa de la película, porque la mirada es sumamente distanciada y ni siquiera termina de surgir con la suficiente fuerza esa ironía tan típica de los Coen, y que también estaba presente en unos cuantos pasajes de la filmografía del director, en films como Confesiones de una mente peligrosa o Jugando sucio. Apenas algún diálogo, como ese donde un comisario le informa a Damon sobre la muerte de un mafioso; o planos donde brota lo insólito, como esos donde el mismo Damon usa una bicicleta demasiado pequeña para su cuerpo.

Como se decía antes, el eje moral que parece ser el niño es tan pasivo en su contemplación de los hechos que no llega en verdad a construir un punto de vista propio. De ahí que el film no llegue a tener un personaje en el cual referenciarse y solo quedan los recursos formales que despliega Clooney, que son cuando menos obvios: no hay una bajada de línea explícita sobre el racismo y la hipocresía de esa perfectamente blanca comunidad –que es también representativa de todo un país-, pero la puesta en escena y la banda sonora entran en remarcaciones cuando menos innecesarias, lindantes con la moralina.

En el medio de personajes y situaciones que no salen de lo esquemático, y un argumento que se hace previsible y hasta aburrido, Suburbicon solo entrega algunos hallazgos a partir de momentos de violencia secos y repentinos, como uno vinculado a un camión de bomberos. Pero es muy poco para un film que en su mayor parte es frío, casi inofensivo, que pretende ser disruptivo pero cuyas piezas están tan acomodadas desde un principio que nunca termina de romper el molde.

A Clooney siempre se le puede reconocer su voluntad por sacudir algunas estructuras o releer distintos discursos ideológicos, temáticos y hasta genéricos. Sin embargo, en Suburbicon: bienvenidos al paraíso queda lejos de sus propósitos, con lo que su propuesta termina expuesta en su vacío conceptual y formal.