Spiderman: a través del spiderverso

Crítica de Pablo O. Scholz - Clarín

El sopapo que Spider-Man: Un nuevo universo a los espectadores de cómics, cuando se estrenó a fines de 2018, fue una sorpresa. Una novedad que llegó para mostrar y demostrar que se podía adaptar las novelas gráficas de otra manera, con otro estilo. Esa Spider-Man era como un bombardeo a los ojos. Insertaba, sí, el tema del multiverso, y ahora la secuela, Spider-Man: A través del Spider-Verso, dividida en dos partes, viene a redoblar la apuesta.

Detrás está el dúo que componen Phil Lord y Christopher Miller, como coguionistas y productores. (En la proyección para los críticos, aparecieron dando la bienvenida y pidiendo que no se spoileara nada; tal vez esas copias sean las que se estrenen en los cines). Son los creadores de la Lego película, y aquí se las ingeniaron para crear una historia que puede seguirse sin haber visto la primera animada de Spider-Man, pero que también tiene numerosos guiños a otros Spider-Man -sí, a todos los que se puedan imaginar, y más-.

Porque, claro, estamos en el multiverso. Miles Morales (Shameik Moore), el adolescente hispano de Brooklyn, mordido-por-una-araña-radiactiva ha perfeccionado sus poderes. Y si es protagonista, también lo es Gwen Stacy (voz de Hailee Steinfeld), la baterista y Spider-Woman vestida de blanco. Si hay algo que une a todos los Spider-Man, sean del universo, de la Tierra o de donde fuera que sea, es algo así como un karma, que tiene que ver con la muerte de un personaje cercano a ellos.

El padre de Gwen, un capitán de policía, cree que la Spider-Woman (no sabe que es su hija) es responsable de la muerte de Peter Parker. Y ahí se viene el rollo de la frase del primer Spider-Man, el de Tobey Maguire, de que “todo gran poder conlleva una gran responsabilidad”, tomada en verdad de Churchill.

Pero ésa es otra historia.

Nuevos directores
Si la duda que planteaba que el trío responsable de la dirección de la primera fuera completamente suplantado por otro terceto, la verdad sea dicha, ésta segunda película es más comiquera que la original, tiene mucho más humor y resulta menos grave, o seria.

La cantidad de nuevos Spider-Man -y de Spider-Woman, alguna embarazada, más algún dinosaurio- ensanchan la historia, y hay un supervillano que sí, estaba en la primera, pero aquí se lo presenta de nuevo. Es La Mancha (Jason Schwartzman), que antes trabajaba en Alchemax y terminó siendo mutilado genéticamente por aquella implosión del colisionador, por culpa de Miles.

Adivinaron, quiere venganza. Es un personaje blanco con manchas de tinta negras (Gwen se reirá de él, y se preguntará si es una vaca) y que puede ir de un universo a otro.

Hay gadgets, algo más sofisticados que los que utiliza James Bond, y una Sociedad de Arácnida, que comanda otro latino, Miguel O'Hara (voz de Oscar Isaac), un tipo serio y con cicatrices que tal vez se expliquen en la próxima aventura.

Como Lord y Miller pidieron, no hay aquí spoilers. Disfruten de las dos horas y veinte de la película, que ya habrá más en Spider-Man: Beyond the Spider-Verse, que está en posproducción y estrena el año que viene.