Spider-Man: de regreso a casa

Crítica de Diego Batlle - La Nación

Gran espíritu adolescente

Mitad película de Marvel, mitad comedia adolescente de colegio secundario, esta vuelta del personaje del Hombre Araña encuentra en Tom Holland uno de sus principales hallazgos. El actor inglés -de 20 años cuando se rodó la película- se luce como un estudiante quinceañero desesperado por demostrar que está a la altura de las expectativas de su mentor: nada menos que el Tony Stark/Iron Man de Robert Downey Jr.

El juego de referencias, bromas y links con la saga de Avengers es constante y, así como Holland había hecho algo más que un cameo en Capitán América: Civil War, aquí Chris Evans devuelve las gentilezas. Todo tiene una explicación: Sony se suma con esta película al universo de Marvel y la interacción de sus distintos personajes será cada vez más frecuente y fecunda, sin importar ya qué estudio de Hollywood esté al frente de cada proyecto.

En este nuevo reboot hay, por supuesto, algunas escenas de acción espectaculares (en el ascensor del Monumento a Washington, en el ferry de Staten Island), pero en buena parte de sus algo más de dos horas Spider-Man: De regreso a casa se parece más a una película de John Hughes con fiestas, bailes escolares y desventuras en las aulas o pasillos del colegio. Holland está bastante más creíble que sus antecesores Tobey Maguire o Andrew Garfield en el papel de un adolescente torpe, inseguro, angustiado, tímido y ansioso, mientras que en ese universo escolar no faltan el objeto del deseo (una compañera más grande que él interpretada por Laura Harrier) o el amigo nerd que hace Jacob Batalon.

El film está lejos de ser perfecto: tiene desniveles y lugares comunes, los personajes femeninos (incluido el de Marisa Tomei) tienen poco desarrollo y profundidad, pero el resultado es eficaz. Así como Holland es un convincente Peter Parker, Michael Keaton surge como uno de los mejores villanos de los últimos tiempos: siniestro sin caer en la exageración ni la autoparodia (aunque por momentos hay algo de Birdman).

Jon Watts, un director con escasos antecedentes (su mejor trabajo había sido Cop Car), se las ingenió muy bien para trabajar esta historia escrita por ¡seis! guionistas e imprimirles al relato y las actuaciones ligereza, humor y vuelo propio. Por supuesto, la habitual aparición del mítico Stan Lee y las dos escenas extras incluidas en los créditos finales se mantienen. Hay cosas que en Marvel nunca cambian.