Soy lo que quise ser

Crítica de Rolando Gallego - EscribiendoCine

La pasión de un hombre

Ópera prima de las realizadoras Mariana Scarone y Betina Casanova, Soy lo que quise ser. Historia de un joven de 90 (2018) es un documental que permite, por la voluntad de su protagonista, José Martínez Suárez, conocer detalles sobre su carrera y algunos, pocos, sobre su vida personal.

El manto que tradicionalmente ha velado la vida íntima del protagonista, a diferencia de su hermana, la actriz y conductora televisiva Mirtha Legrand, por momentos se corre, no por su propia voluntad, al contrario, sino por algunos detalles que se revelan en la voz de familiares y amigos.

José Martínez Suárez responde en una de las primeras escenas a la pregunta de las directoras “quién le gustaría que viera esta película sobre usted”, el realizador titubea, piensa y responde “que mi lápida diga: no se acostó con todas las mujeres que quiso, que la lean y piensen ese hombre era bueno”. En esas palabras, ácidas, con humor, está la clave de un recorrido clásico, con “cabezas parlantes”, sobre la vida del director, el que con un puñado de películas y mucho conocimiento y pasión por el cine, se ganó el respeto de la industria y un lugar privilegiado dentro de ella.

Su infancia en Villa Cañás, sus primeros pasos en la dirección, su reconocimiento, son sólo algunas de las instancias en las que Scarone y Casanova dividen el relato. Un recorrido en el que el soporte se revela ante la cámara, e incluso se muestra cuál es el procedimiento para obtener el testimonio del director. Algunos momentos logrados, como por ejemplo el visionado de Dar la cara (1962) junto a Pablo Moret, escena en la que José Martínez Suárez se relaja y entra en el juego del actor para reflejar una complicidad y una amistad entrañable.

Soy lo que quise ser. Historia de un joven de 90 apela al conocimiento público sobre el protagonista, y le realiza un homenaje políticamente correcto, con todos los elementos que componen al documental tradicional (archivo, entrevistas a cámara, banda sonora emotiva) evitando “molestar” a su objeto de análisis. En esa corrección se pierde el vuelo y la oportunidad de reflejar aspectos no conocidos del director, y en la decisión, por ejemplo, de que la película biográfica lo contenga, el riesgo de no poder salir de las propias palabras de Martínez Suárez es evidente. No hay una reflexión sobre su figura, y, mucho menos, una instancia en la que las imágenes muestren algo que no se conozca de él.

Más allá de este punto, la posibilidad de escucharlo y verlo en acción es siempre interesante, constituyendo el punto más relevante de una película que se convertirá, sin duda alguna, en un referente para los cinéfilos, estudiantes de cine y fanáticos de la obra del realizador más importante de Villa Cañás.