Soledad y Larguirucho

Crítica de Santiago García - Tiempo Argentino

Un musical sin guión ni diversión

La idea de unir a la popular cantante con los personajes de Manuel García Ferré parecía promisoria, pero la realización sólo sorprende por la precariedad de muchas escenas y un guión que contribuye a hundir todo.

Hay una larga tradición de cantantes protagonizando películas en el cine argentino. Desde el nacimiento del cine sonoro que las estrellas de la música han llegado a la pantalla grande, explotando su talento en vehículos para su exclusivo lucimiento. Dentro de esa línea está, en parte, Soledad y Larguirucho. Pero también la película es, como lo delata su título, una película de animación. Y no una película de animación cualquiera, sino una creada por Manuel García Ferré, el animador que más largometrajes realizó en nuestro país y el creador del personaje de Hijitus (excesiva y torpemente citado en esta película).
Así que dos géneros se cruzan aquí, instalando a Soledad Pastorutti más como una cantante para chicos que para todo público y trayendo a todos los personajes conocidos de García Ferré, empezando por Larguirucho, pero incluyendo a Cachavacha, el Profesor Neurus, Pucho y Serrucho.
A pesar de la nostalgia que despiertan estos personajes,a pesar de la simpatía de la voz de Pelusa Suero, a pesar de algunos fondos de animación bellos y a pesar del carisma de La Sole, la combinación de elementos falla: los actores interactuando con los personajes animados son lamentables. Ya no se puede tolerar semejante desprolijidad y apuro para armar lo que sin duda era el elemento más importante del proyecto.
Las canciones están, casi todas, no filmadas como videoclips sino como actuaciones imposibles de La Sole, con un público tan tenso y poco creíble que destruye todo el clima. Es muy malo el trabajo de los extras en toda la película, tanto que merece ser mencionado. Pero lo que hunde a la película por completo es el guión: la historia está armada de una forma tan torpe, tan gratuita es la suma de escenas y tantos son los desvíos para mostrar las bondades de la provincia de San Luis o las minicuotas de una casa de electrodomésticos, que es arduo seguir la lógica de la narración.
Al fallar el guión, no se benefician Soledad ni la animación ni las cosas que intentan promocionar. Los 80 minutos que dura aproximadamente la película se hacen eternos. La precariedad de muchas de las escenas ya no es aceptable para un film argentino.
La Argentina, que en los últimos años ha ganado premios en todo el mundo, incluyendo el Oscar, tiene un cine muy por encima de esta clase de productos. Soledad y Larguirucho es una falta de respeto a la inteligencia del espectador.