Slender Man

Crítica de Emiliano Fernández - Metacultura

Psicosis en la web

Resulta de lo más gracioso que en una época como la presente, dominada por una violencia e individualismo permanentes a nivel cotidiano, las apariencias y la proverbial “opinión de los otros” tengan la preeminencia que tienen en el enclave virtual, lo que por cierto pone el acento en una distorsión comunal que privilegia la pantomima de las redes sociales en detrimento de la realidad material y la cultura compartida a diario. Como era de esperarse en este estado de cosas, las ficciones tienen un mayor asidero que la verdad y derivan continuamente en delirios masivos en los que las mentes menos iluminadas se comen el verso que sea y terminan -entre otras cosas- convalidando a los oligarcas y adoptando su ideología. Entre los infantes y adolescentes, en el ámbito cultural y durante las dos últimas décadas, se han difundido mucho diversas leyendas on line conocidas como “creepypastas”.

Sin duda el más afamado de estos mitos modernos del terror es el que tiene como centro al denominado Slender Man, un personaje ficcional creado en 2009 por Eric Knudsen que se caracteriza por su generosa altura, su delgadez, su rostro blanco sin facciones, su traje negro y unos brazos símil tentáculos que le sirven para secuestrar/ llevarse con él a chicos y chicas. Como la criatura en cuestión rápidamente se hizo viral, desembocó en una serie web para YouTube llamada Marble Hornets que a su vez tuvo su reglamentaria adaptación cinematográfica de la mano de la muy floja Always Watching: A Marble Hornets Story (2015). No obstante el verdadero despegue en “popularidad” del susodicho se dio cuando dos niñas de 12 años, Anissa Weier y Morgan Geyser, apuñalaron 19 veces a su compañera Payton Leutner en un bosque de Wisconsin en plan de sacrificio en honor a Slender Man.

Al Hollywood de nuestros días le cuesta muchísimo generar productos potables de influjo exploitation y prueba de ello es la paupérrima Slender Man (2018), un slasher sobrenatural deslucido y sumamente rutinario que pretende levantar unos billetes a raíz del furor morboso contemporáneo en torno al personaje y que en términos cualitativos se ubica muy por debajo de Beware the Slenderman (2016), aquel documental apenas correcto de Irene Taylor Brodsky acerca del intento de homicidio infantil. La película que nos ocupa no se propone explícitamente ficcionalizar el ataque de 2014 pero más o menos por ahí va la cosa porque elige de núcleo dramático a la fascinación con el señor delgado por parte de cuatro adolescentes, Wren (Joey King), Hallie (Julia Goldani Telles), Chloe (Jaz Sinclair) y Katie (Annalise Basso), que invocan a la figura espectral viendo un simpático videíto en Internet.

El realizador Sylvain White y el guionista David Birke no cuentan ni con una mínima idea interesante que le otorgue algo de vida a una obra apresada en un desarrollo muy previsible y demasiados estereotipos que no están bien ejecutados, a diferencia de lo que ocurría -por ejemplo- con dos de las últimas y disfrutables entregas de Blumhouse Productions, Feliz Día de tu Muerte (Happy Death Day, 2017) y Verdad o Reto (Truth or Dare, 2018), las cuales nunca podrían ganar un premio a la originalidad pero eran de lo más eficaces en este rubro del slasher metafísico. Si bien en ocasiones el film se hace aburrido, incluye un par de escenas atractivas alrededor del acecho fantasmal de turno, sin embargo no alcanzan para construir un retrato en serio de la psicosis en la web ni una propuesta con peso propio más allá de la referencia al “creepypasta estrella” de todos los imberbes y púberes en general…