Sinsajo: Parte 2

Crítica de Rolando Gallego - El Espectador Avezado

Y llegó el final. El tan ansiado broche de oro a una historia que hace tiempo nos viene atrapando. Y cuando menos lo esperábamos la saga creada por Suzanne Collins, con claras reminiscencias a 1984, Rebelión en la Granja, y otros clásicos de la literatura universal y que pudo conciliar el fervor juvenil por las historias de amor en medio de las más trágicas situaciones, llegó a su fin.
Así, “Los juegos del hambre: Sinsajo. Parte 2” (USA, 2015), será el último acercamiento hacia el distrito 13, el Capitolio, y toda la parafernalia que supimos ir aceptando e incorporando a nuestro universo de fanatismo por la cultura popular a la saga.
En esta nueva oportunidad la historia arrancará en el mismo y exacto lugar en el que la primera entrega dejó todo.
En esta oportunidad Katniss Everdeen (Jennifer Lawrence), internada luego que Peeta Melark (Josh Hutcherson) intentará literalmente acogotarla, y sin necesidad de un racconto, será la encargada de introducirnos en el último tramo de la apasionante historia.
Dolida, abrumada, insatisfecha, Katniss sigue sin comprender como su otrora amor y aliado pudo comprar las injurias y mentiras del Presidente Snow (Donald Sutherland), quien intentó convencerlo (lográndolo) que su nueva faceta de muto pondría en peligro el orden establecido por el Capitolio y por eso debía matarla.
Llena de venganza, Katniss intentará armar un plan en el cual el único vector y salida posible para conciliar al menos algo de paz en su interior, será asesinar a Snow, aun sabiendo que el resto de sus compañeros se opondrá y que no logrará el apoyo de Alma Coin (Julianne Moore), la musa de la rebeldía.
Pero a Katniss no le importa, avanza, y sus aliados también, construyendo un relato, en esta entrega, similar a una intensa huida hacia un lugar mejor en el que saben que finalmente la luz, o la oscuridad, podrá alivianar algo del sufrimiento.
Es curioso que en esta nueva entrega, la tensión va más por el lado de la escapatoria de los obstáculos que de la habilidad de los contendientes por lograr, en la competencia, un puesto en el palco de honor. La soberbia puesta en escena y los tonos escogidos para “pintar” el universo de Katniss y compañía potenciarán la idea de Collins.
También es interesante cómo la narración, mucho más digresiva, apelará al efecto sorpresa para despabiliar al espectador del letargo que los 134 minutos pueden llegar a generarle, porque si bien a medida que se avanza en el relato, la potenciación de la idea central va in crescendo, claramente no hay otra meta más que la de llegar a Snow como vehículo de la historia.
Claro que en el medio Katniss intentará transformar a Peeta de que vuelva a su lado, y, una vez más, confundirá a Gale (Liam Hemsworth) con sus histeriqueos, propios de la joven y bella mujer que es, pero eso quedará en un plano secundario al destacar el siniestro plan de venganza de la joven ante las máximas autoridades.
Un desenlace a la altura, con una vez más la pronunciación de máximas relacionadas a la libertad de elección y el destino predestinado de algunos seres serán las notas con las que “Los juegos del hambre: Sinsajo. Parte 2” cierra globalmente la historia de Katniss, una saga que llevó al estrellato a una de las actrices más reconocidas y carismáticas del panorama cinematográfico actual.