Sin límites

Crítica de Diego Batlle - La Nación

Bradley Cooper, al frente de un thriller psicológico con mucho vértigo

Eddie Morra (Bradley Cooper) es un escritor deprimido, sin inspiración, que vive en una pocilga del Chinatown neoyorquino. Su bella y exitosa novia (Abbie Cornish) pierde la paciencia y la fe en él y termina abandonándolo. Cual fantasma, nuestro perfecto antihéroe deambula por los calles (y por los bares) de la ciudad hasta que se topa con un viejo conocido que le ofrece una pastilla de NZT, una droga sintética e ilegal que permite aprovechar el 100 por ciento de la capacidad cerebral y cuyo costo en el mercado negro es de 600 dólares la dosis.

Perdido por perdido, Eddie prueba la NZT y el efecto es inmediato: no sólo termina su muy postergada novela en cuatro días de incesante trabajo sino que descubre que posee inéditas capacidades en varios otros rubros; por ejemplo, el de las finanzas.

Tras ese arranque, Eddie recuperará a su novia y será contactado por Carl Van Loon (Robert De Niro), un poderoso empresario que lo quiere como asesor para adquisiciones, fusiones e inversiones multimillonarias. Pero, claro, no todo será tan sencillo en su ascenso: en la segunda mitad del relato (donde la tensión decae un poco y se apela a un desenlace no del todo convincente) comenzará a sentir crecientes efectos secundarios y será víctima de unos mafiosos rusos.

Lo mejor del film -además de la seductora actuación de Bradley Cooper (visto en la saga de ¿Qué pasó ayer? ) y del ingenioso guión de Leslie Dixon, basado en la novela The Dark Fields , de Alan Glynn- es la elegancia, la inventiva visual y los sofisticados efectos especiales que propone el director Neil Burger (el mismo de la elogiada El ilusionista ). Si bien es indudable la influencia que en este sentido ha tenido El origen , de Christopher Nolan, Sin límites tiene vuelo propio a la hora de reflejar la codicia, la sobre estimulación, la violencia, la angustia y la velocidad de estos tiempos modernos. Un thriller psicológico con mucho vértigo y adrenalina que, más allá de su traspié sobre el final, resulta una propuesta digna, de esas que atrapan, entretienen y dejan pensando.