Sin dejar huellas

Crítica de Martín Chiavarino - Metacultura

Literatura y verdad

El regreso del realizador francés Erick Zonca, cuya ópera prima, La Vida Secreta de los Ángeles (La Vie Rêvée des Anges, 1998), deslumbró por su potencia narrativa y poética gracias a la representación de las relaciones sociales bajo el neoliberalismo, no podría ser más auspicioso. En Sin Dejar Huellas (Fleuve Noir, 2018) Zonca adapta la primera novela del escritor israelí Dror Mishani, Expediente de Desaparición (Tik Ne’edar, 2013), para adentrarse en las turbulentas aguas de un policial negro de gran intensidad y giros inesperados.

La repentina desaparición de un adolescente de dieciséis años, Dany Arnault, desata una investigación que se convierte en obsesión para el comandante François Visconti (Vincent Cassel), un policía alcohólico resentido por el abandono de su esposa y encolerizado tras descubrir que su hijo vende drogas en un boulevard a plena vista. Mientras las pistas se desvanecen y las teorías de la fuga y del secuestro pululan como conjeturas, Visconti se centra en la figura de un vecino de la familia, un profesor de gran afinidad con Dany que aboga por la teoría de la fuga y aporta un perfil psicológico del joven como un adolescente atrapado en un mundo claustrofóbico del que necesita escapar. Visconti descubre varias mentiras en el testimonio del afectado vecino, Yann Bellaile (Romain Duris), y decide seguirlo e investigarlo para ver si la pista lo conduce a dilucidar la verdad. Pero Visconti también se obsesiona con la madre de Dany, Solange (Sandrine Kiberlain), una mujer dedicada a su hija discapacitada y devastada por la desaparición de su hijo, lo que compromete aún más su situación al frente del caso.

Sin Dejar Huellas es un policial que relaciona las obras del escritor Franz Kafka con el anhelo por la escritura, la obsesión por la verdad y los secretos familiares que desatan tragedias en un opus complejo, profundo y electrizante. La construcción literaria y la investigación policial se funden para ofrecer indicios y dirigir las miradas pero también para confundir y desviar a los personajes de las amargas certezas que la realidad les depara. Vidas destrozadas o a punto de estarlo se cruzan aquí en un choque que expone las miserias de los protagonistas para poner a prueba sus valores y su determinación de descubrir, inventar o encubrir la verdad.

El realizador de Julia (2008) vuelve a indagar así en la naturaleza humana para descubrir una vez más la podredumbre que acecha en el corazón de los hombres pero también el coraje maternal, la pulsión de verdad, los caminos enrevesados de la creación literaria y los deseos inconscientes en un film en el que se destaca la construcción fenomenal de cada uno de los personajes, interpretados de forma excelente por grandes actores como Vincent Cassel, Romain Duris, Sandrine Kiberlain, Élodie Bouchez, Hafsia Herzi, Lauréna Thellier, Charles Berling y Jérôme Pouly. Sin Dejar Huellas estremece de esta forma con su dinámica de tensión permanente que dirige a los protagonistas hacia los inevitables caminos de la tragedia en un drama para reflexionar sobre el abuso, las motivaciones del crimen y hasta dónde pueden llegar los buscadores de historias en sus quimeras.