Siete psicópatas

Crítica de Diego Batlle - Otros Cines

Uno, dos, ultraviolento

Hace cuatro años, el británico McDonagh se presentó en sociedad con la aplaudida Escondidos en Brujas. Ahora, regresa a aquellos terrenos del film-noir más violento, del thriller psicológico más extremo y de la comedia negra más absurda con Sie7e psicópatas, película en la que repite protagonista (Colin Farrell), pero le suma otros actores de primera línea (Sam Rockwell, Christopher Walken, Woody Harrelson, Tom Waits) y un desfile de otras figuras en pequeñas participaciones o simples cameos (Harry Dean Stanton, Michael Stuhlbarg, Michael Pitt, Gabourey Sidibe y siguen las firmas).

Ya instalado en Los Angeles, McDonagh parece seguir los senderos del cine tarantiniano con un hiperviolento, cínico y despiadado relato sobre un guionista irlandés radicado en Hollywood (Farrell), que está en plena crisis creativa y afectiva, y dos hilarantes amigos (Walken y Rockwell) que se ganan la vida secuestrando perros de gente pudiente y luego devolviéndolos a cambio de una recompensa. El problema es que en determinado momento se quedan con el caniche de un sádico mafioso (Harrelson) y el relato ingresa en una suerte de montaña rusa llena de enredos y vueltas de tuerca.

McDonagh trabaja sobre estructuras virtuosas (como una de cine dentro del cine, enganchando la película que Farrell va escribiendo con la que vemos en pantalla), diálogos filosos, situaciones provocativas por lo extremo de los psicópatas del título, una puesta en escena con una violencia estilizada y guiños varios al cine de género (como los westerns de Sergio Leone). Quiere, así, sumarse al universo autoral de los Tarantino y los Coen con resultados bastante dignos, aunque también con cierta sensación de déjà vu. Igual, ya es tanto como guionista, narrador y director de actores, un talento para tener en cuenta y para seguir de cerca de aquí en más.