Si no despierto

Crítica de Emiliano Fernández - Metacultura

Conciencia y ciclo infinito

Caso curioso el de Si no Despierto (Before I Fall, 2017), un film que sale relativamente bien parado en el rubro “adolescentes atravesando circunstancias fantásticas”, tan de moda hoy en día, pero que nunca puede despegar del todo a partir de una premisa de base algo remanida aunque siempre interesante, capaz de convertir a la rutina de cualquier personaje en un juego de supervivencia en donde la más pequeña modificación trae aparejada incontables consecuencias. Específicamente hablamos de la estrategia narrativa centrada en someter al protagonista de turno a vaivenes temporales/ existenciales que le permitan mirarse a sí mismo y obrar en función de una determinada meta, la cual por lo general tiene que ver con quebrar la maldición de lo que suele ser un ciclo infinito de repeticiones. Aquí el miedo a la muerte se transforma en su opuesto, la pretensión de encontrarse con la parca.

Desde ya que los rasgos por antonomasia del concepto vienen de la mano de Hechizo del Tiempo (Groundhog Day, 1993), la que a su vez sirvió de inspiración para una catarata de propuestas semejantes que incluye a Primer (2004), Los Cronocrímenes (2007), Triangle (2009), En la Luna (Moon, 2009), 8 Minutos antes de Morir (Source Code, 2011), Al Filo del Mañana (Edge of Tomorrow, 2014), Predestination (2014) y Project Almanac (2015), entre otras. A pesar de que resulta indudable que el opus sobrepasa el nivel estándar de los productos destinados al segmento teen, al mismo tiempo no le alcanzan los méritos para imponerse como una obra realmente valiosa y/ o para ofrecer una perspectiva más compleja que la promedio en el mercado actual: el hecho de retomar el tono light de la película de Harold Ramis le juega en contra porque el subgénero se oscureció mucho desde entonces.

A través de una impronta que nunca se decide entre la autosuperación del egoísmo y las fábulas espirituales, ahora por suerte sin mezclarse con lo cristiano culposo tradicional ya que el viaje de la protagonista apunta mucho más a llegar a un estado de sabiduría símil nirvana, el relato nos presenta una y otra vez el mismo día de una chica que perece en un accidente automovilístico y no puede romper el loop sin importar lo que haga (si evita las circunstancias de su fallecimiento y opta por una alternativa, igualmente al día siguiente continúa presa de los acontecimientos de la jornada anterior). Así las cosas, el mundo de Samantha (buen trabajo de Zoey Deutch) se reduce a su familia, novio y amigas, y de golpe se viene abajo cuando luego de una pelea en una fiesta con Juliet (Elena Kampouris), una víctima de bullying por parte de las señoritas, la joven “muere” en un choque misterioso.

La directora Ry Russo-Young y la guionista Maria Maggenti construyen un pulso narrativo estable y prolijo aunque terminan abusando de los clichés y latiguillos de los productos adolescentes (diálogos superfluos, escenas descriptivas demasiado extensas, “ceremonias de iniciación” para cada minucia, mucho pop hiphopeado estridente, edición general de índole publicitaria, etc.). En lo que respecta a la metamorfosis de Samantha de burguesa individualista y malcriada a ángel de la bondad y el sacrificio que comprende que la satisfacción suele pasar por ayudar al prójimo, la realización cumple con dignidad a nivel ideológico pero sorprende desaprovechando a Juliet, el personaje más interesante de la historia, y a Kent (Logan Miller), un chico que trata de acercarse sentimentalmente a Samantha. En Si no Despierto la conciencia que la protagonista tiene del engranaje fantástico, léase el regresar siempre al principio, vuelve a abrir la puerta al detallismo y al arte de descubrir que los que nos rodean son mucho más complejos que lo que nos gustaría admitir, inaugurando a su vez la posibilidad de un fuerte cambio de perspectiva personal…