Shrek para siempre

Crítica de Matías Orta - A Sala Llena

En 2001, Dreamworks Animation irrumpía en el mercado de la animación digital con Shrek. Si bien la técnica distaba de alcanzar la calidad de los films de Pixar, la propuesta no podía ser más novedosa: el personaje del título es un ogro ermitaño, de hábitos poco y nada higiénicos, que viven en un mundo de cuentos de hadas, pero trastocado de manera anticonvencional, irónica, muy alejada del estilo light impuesto por Disney [1]. En ese contexto se hará amigo del verborrágico Burro y conocerá el amor a través de la princesa Fiona. El éxito comercial y artístico fue monstruoso, al punto de que generó varias secuelas. Shrek 2 trasladaba la acción del pantano a el reino de Muy Muy Lejano y sumaba a otro personaje clave: el Gato con Botas, portador de una mirada capaz de enternecer a las piedras. Shrek Tercero, por su parte, involucraba en la historia al Rey Arturo.

Ahora llega Shrek para siempre, anunciada como el capítulo final de las aventuras de estos personajes tan divertidos como políticamente incorrectos.

Shrek está aburguesado. Casado, con hijos, esclavo de la rutina... Después de todo el “y fueron felices para siempre” no era tan atractivo como sonaba. Luego de un incidente en su fiesta de cumpleaños, el ogro acepta un trato con el codicioso Rumplestillskin: podría volver por un día a su vida de amenaza para la sociedad, como en los viejos tiempos. Pero, a cambio, el malvado duende le pide a cambio un día de su vida, y logra convertirse en el rey de Muy Muy Lejano. Para romper el hechizo, Shrek deberá recuperar el amor de Fiona, ahora convertida en la líder de una resistencia de ogros.

La película carece de la novedad de las entregas anteriores de la saga, y los chistes con doble sentido (mejor interpretados por adultos que por los niños, quienes sí la pasan bien con el Burro y el Gato) ya no sorprenden demasiado. Sin embargo, la premisa, aunque no original, resulta interesante, y la labor de los realizadores es más que correcta. Y Rumplestillskin es un villano carismático, diminuto y neurótico, al estilo de Lord Farqaad en la primera parte.

Esta película se destaca por haber sido realizada en 3D, que permite comprobar que el nivel de la animación fue mejorando con el correr de las secuelas, aunque Pixar sigue estando varios escalones arriba.

Shrek para siempre es una obra bastante menor comparada con las anteriores, pero bien vale para reencontrarse con el cine luego de la fiebre mundialista.