Selma: el poder de un sueño

Crítica de Santiago García - Leer Cine

La ficción pobre

Selma es una más, entre muchas, de la moda de los films basados en hechos reales y/o biografías. Sus reclamos de racismo por no haber obtenido la suficiente cantidad de nominaciones al Oscar expone aun más sus limitaciones y sus intenciones cinematográficas escasas. Sería injusto sin embargo analizar una película por los escándalos que produce fuera de lo que la película en sí mismo. Así que analicemos primero esa acusación y pasemos luego a la película, como bien parecen querer los que la hicieron. Aún así, los valores del film no dependen de esto.

¿Merecía Selma ser nominada a mejor director? La respuesta es simple: no. ¿Ava DuVernay fue segregada por su raza y su género? Imposible saberlo, aunque hay que decir que peores directores han sido nominados, así que podrían haberla nominada a ella. ¿Y qué pasa con los actores? Misma respuesta. Si yo fuera miembro de la Academia hubiera actuado igual, ya que considero que no merecen premio alguno. Pero claro, en épocas de corrección política, cuando uno nomina a una mujer o a un afroamericano, debe dar explicaciones. ¿Acaso no es mucho más grave que no haya nominado a Clint Eastwood a mejor director? Alguien dirá: ¡Pero él ya ganó dos veces! Y yo contesto: ¿No se debería premiar a los mejores en lugar de a los no premiados previamente? Si la idea es darle un premio a uno diferente cada año, entonces entreguen ese premio y no hagan más nominaciones.

Qué triste será el Oscar del año que viene si se adivina que gana alguien solo por compensar. Cuando Kathryn Bigelow se llevó el Oscar a mejor dirección y a mejor película por Vivir al límite fue un momento sublime. ¿Y saben por qué? Porque se los merecía. Así debería ser siempre, así es como yo veo los premios. El año pasado una película lamentable como 12 años de esclavitud gana de forma incomprensible el Oscar a mejor película. ¿Alguien duda de que fue por corrección política? Nadie acusó en ese momento a la industria de ser racista, y fue el año pasado, no hace veinte años. Esperemos que el año que viene, y este año, gane el mejor, el que los miembros de la Academia consideren genuinamente el mejor. Este reclamo de racismo no hace más que jugarle en contra a películas como Selma. Es más, esta clase de reclamos es profundamente racista, porque asume que la raza es motivo suficiente para prestarle más atención a una película que a otra. Ahora sí, pasemos a la película.
Selma cuenta los eventos ocurridos en 1965 en el Selma, Alabama, donde Martín Luther King se puso al frente de la lucha por los derechos civiles de los afroamericanos. La lucha por el derecho al voto había llegado a su punto límite y en dicha ciudad un manifestante había muerto asesinado. Las marchas cambiarían el curso de la historia y la película describe este proceso, así como también las negociaciones con el presidente de los Estados Unidos y la lucha contra las fuerzas más racistas del país. Sin duda, una historia apasionante, conmovedora. Cualquier espectador se ve movilizado frente a las injusticias tan recientes que el film narra y frente al coraje de aquellos que se animaron al cambio. La historia, que bien podría ser una miniserie documental, tiene su mayor mérito en la historia elegida, no en la forma en la que es llevada a la pantalla. El documental no es un género taquillero y estas ficciones lo que intentan es llegar a un número mayor de espectadores. Pero cuando uno hace una ficción para la pantalla grande, la mera ilustración de los eventos no alcanza. Apenas si pueden servir como fragmentos para ilustrar un documental. Selma en ese aspecto se asemeja a la narrativa elemental y sin vuelo de un telefilm. En Estados Unidos la crítica fue terriblemente benevolente y complaciente, aprobando a la película como si aprobarla fuera reivindicar la lucha de los derechos civiles. Ese error es impulsado por la propia película. Detrás de su chantaje ideológico existe la idea de que si uno no aprueba Selma está en contra de la igualdad de derechos. Obviamente esto es absurdo. Si el film no recibió premios es porque no se los merece, o al menos eso creen muchos de forma genuina, como deben creerlo con cualquier film premiado o no premiado. Lo que deberían hacer quienes hicieron Selma es confiar en lo que hicieron y el porque lo hicieron. Ojalá mejores películas surjan sobre los mismos eventos. El cine es muchas cosas, el cine puede ser un espacio didáctico y ayudar a difundir la historia. Pero para eso, mejor confiar en historiadores, documentalistas y maestros. El cine es por encima de cualquier otra cosa, un arte. A Selma lo que justamente le falta es arte. Todo lo que más emociona en el film, son los fragmentos justamente de documental que aparecen. La realidad es mucho más interesante que esta construcción de ficción de bajo vuelo.