Selma: el poder de un sueño

Crítica de Jessica Johanna - El Espectador Avezado

Siguen llegando las películas nominadas a los Oscars y es el turno de Selma. Por un lado, están quienes la consideran la gran olvidada, porque salvo la terna de Mejor Película sólo tiene una nominación a Mejor Canción Original. Por el otro, la nominación a Selma parecería ser la obligatoria de una Academia política e ideológicamente correcta y tras los premios el año pasado a "12 años de esclavitud", este año siente que no puede repetirse una temática tan similar como triunfadora pero no dejan de tenerla en cuenta para las nominaciones.
La verdad es que más allá de que algunos crean que al menos su directora, Ava Duvernay, se merecía una nominación más, "Selma" es un producto cuidado y correcto pero que no aporta más que una prolija cronología histórica.
¿De qué va "Selma"? Para empezar, es el nombre de un pueblo que en 1963 se encuentra revolucionado. La población negra tiene muchas ganas de ser parte de la democracia, pero el gobierno le pone piedras de manera constante, más allá de que oficialmente ellos puedan votar. Es que si quieren el sufragio necesitan hacer trámites y completar formularios que casi nunca son aprobados.
Martin Luther King, ya con el premio Nobel de la Paz en su haber, se junta con el presidente Lyndon B. Johnson para proponer que la gente de color pueda votar de manera libre.
La película sigue principalmente a este personaje, hasta llegar al momento de la marcha en Selma (un hito), que ocasiona disturbios fatales entre el pueblo negro. Sin embargo el hecho es televisado y pone frente a los ojos de todos, sin importar raza, la discriminación abominable que sufre el pueblo.
Con algunos pocos recursos interesantes (como el texto que se imprime al final de varias secuencias describiendo el archivo en el que está basado) y un manejo de la información poco efectiva, "Selma" termina siendo una película poco dirigida a un público general, sino más bien a la gente que ya conoce y quizás fue parte de esa historia. Es inevitable que más allá de que nos conmueva lo sucedido, la forma en que se presenta el relato nos distancie, nos haga permanecer de un lado lejano.
Selma cuenta con buenas actuaciones ( con los sólidos David Oyelowo, Tim Roth y Tom Wilkinson a la cabeza) pero el guión se torna lento y sin sorpresas, y a veces las cosas se suceden con saltos en el tiempo poco específicos. Esto, más allá de su inicio prometedor y algunas primeras escenas bien desarrolladas con el atractivo para invitarnos a la historia. Sin embargo (y desgraciadamente), esa tensión no se sostiene a lo largo del metraje
Otro punto a favor, a diferencia de "12 años de esclavitud", es que Duvernay decide dejar la violencia fuera de cuadro logrando que lo sucedido impacte de un modo más auténtico. Pero la película no termina de conmover como debiera, excepto quizás en el momento en que aparecen imágenes documentales, de archivo, lo que da cuenta de lo gélido de la atmósfera creada.
"Selma" termina siendo casi un film olvidable, útil para conocer un poco más de la historia de Estados Unidos, pero no se queda con uno al finalizar su recorrido.