Saldaño, el sueño dorado

Crítica de Gustavo Castagna - Tiempo Argentino

Sentenciado a muerte

Documento más que documental sobre un hecho policial, el trabajo de Raúl Viarruel, su ópera prima, contempla un sinuoso registro pesadillesco, el de Víctor Hugo Saldaño, quien hace dos décadas cometió un crimen en Estados Unidos. El Paraíso Dorado para Saldaño, joven argentino por ese entonces, cerró sus puertas hasta hoy en la cárcel de Texas, donde permanece a la espera de quien sabe qué decisiones de otros. Proceso judicial, batallas legales, abogados, jueces y una persona sentenciada a muerte dos veces, ya sin sus facultades mentales intactas, que entiende poco y nada lo que le dicen y que aguarda que alguien le extienda una mano y lo saque del horror. En ese punto, su madre Lidia es la voz principal del documento, narrando cada uno de los pasos que dio hasta ahora para sacar a su hijo de prisión. Alrededor de ella, hombres de leyes y funcionarios, con argumentos diferentes, exhibidos por el documento de manera avasallante y poco atractiva desde el punto de vista narrativo. "El cine está lleno de abogados y jueces", dijo Godard hace 30 años ante una avalancha de películas que transcurrían en juzgados. Bastante razón tenía por entonces aunque Saldaño. El sueño dorado bucea en las contradicciones de leguleyos estadounidenses, en su mirada racista y en la posibilidad –obvia– de que si se es pobre o marginal resultará muy difícil que puedas salir de una cárcel. En ese punto, el documento opone ciertos testimonios bastante obvios a la inquietud que provoca ver al encarcelado registrado por las borrosas imágenes que transmiten las cámaras de seguridad.