Rush - Pasión y gloria

Crítica de Rolando Gallego - El Espectador Avezado

En “Rush, pasión y gloria” (USA, Alemania, UK, 2013) Ron Howard (“Apollo 13”, “Una mente Brillante”, entre otras) logra contar una gran historia de rivalidad y amistad. Asociándose por primera vez al guionista Peter Morgan (“La Reina”, “Frost VS. Nixon”), y tomando como premisa la real pelea que durante los años setenta del siglo pasado tuvieron James Hunt y Niki Lauda, la película es una épica cinta de automovilismo y revisionismo histórico.
El campeonato Mundial de 1976 es el marco ideal para que conozcamos los pormenores de la creciente enemistad y competencia de los protagonistas desde la categoría F3 hasta el apogeo de la F1. Dos naciones (Inglaterra VS Austria) enfrentadas en las figuras de Lauda y Hunt, que en la película son interpretados magistralmente por los ascendentes Chris Hemsworth y Daniel Brühl.
Todo inicia con el relato de Lauda, ubicándonos en el contexto de su odio casi irracional hacia Hunt para luego cambiar de narrador y posicionarse en un Hunt más relajado que nos introduce en el verdadero mundo del automovilismo.
Esta doble identificación se acentuará más adelante cuando Lauda sufra su célebre accidente (en el que estuvo a más de 100 grados atrapado en su vehículo durante casi un minuto). “Los hombres aman a las mujeres pero más aman a los autos”, afirma Hunt, y al ritmo de “Gimme Some Lovin” de los Spencer Davies nos metemos de lleno en la primera de las muchas carreras que Howard plasmará con gran manejo de la adrenalina y la ansiedad.
Los cortes, los planos detalles de los motores precalentando, la imagen granulada símil documental, la vertiginosa edición, el calor sobre el asfalto, y el acompañamiento de neumáticos y planos de la pista, desde la misma pista, generan una sensación de estar dentro de una de las carreras.
Lauda y Hunt se odian, se buscan, se recelan, comienzan a competir punto por punto mientras sus vidas, completamente antagónicas y opuestas, se van desarrollando. Mientras Hunt sólo piensa en vivir la “vida loca” (le bordan en su mameluco “El sexo es el desayuno de los campeones”), Lauda se autofinancia su ingreso a la F1 (su familia, adinerada, cree que las carreras son sólo para vividores y aficionados) e imagina nuevas estrategias para agilizar sus vehículos.
Hunt quiere sentar cabeza, conoce a una de las primeras megaestrellas del modelaje, Suzy Miller (Olivia Wilde) en una carrera, ella le dice sobre su auto “Muy caro para algo tan vulnerable, incómodo y sin protección”, se enamora, y le propone casamiento.
Se estabiliza. Lauda hace su parte con Marlene (Alexandra Maria Lara), sabiendo que será lo mejor que podrá conseguir con su fealdad. Se persiguen, se insultan, se recelan, hasta que Lauda tiene su accidente y ahí Hunt cae en la cuenta que ese enemigo lo completa. Hay algunos problemas con las pelucas de los actores y cierta moralina final que atentarían si estuviéramos hablando de otra película, pero como es “Rush…” un gran espectáculo épico, estos dos puntos quedan en el olvido.
“El tener un enemigo también puede ser una bendición” afirma Hunt, y nosotros agradecemos por tanta pasión y tanto cine.