Rosalinda

Crítica de Javier Porta Fouz - La Nación

43 minutos. Según la ley argentina, es un mediometraje. Originalmente, Rosalinda formó parte de una entrega de los ya tradicionales Digital Short Films que año a año produce el festival surcoreano de Jeonju. Rosalinda, de Matías Piñeiro, se vio junto a trabajos del canadiense Denis Côté y el estadounidense James Benning. Ahora, Rosalinda se estrena localmente junto a Viola , también de Piñeiro, que es un largometraje que apenas supera los sesenta minutos (ver aparte). Juntas forman un doble programa consistente, lógico.

Rosalinda es varias cosas. Es una adaptación de As You Like It ( Como gustéis , comedia de Shakespeare). Es un entramado de diálogos, imposturas, disfraces, máscaras. Es una película soleada, con agua, naturaleza, chicas y chicos jóvenes. Es, claro, un juego: la secuencia final lo deja claro por si hay algún distraído; una secuencia final que no explica sino que, justamente, juega. Es una de esas raras películas argentinas con el aire cargado de erotismo, con velocidad para los diálogos, con la capacidad de establecer situaciones que se diluyen en la siguiente y sin frustrarnos, porque la nueva se genera con encanto, gracia, ritmo.

Piñeiro, en su tercera película (las dos primeras fueron El hombre robado y Todos mienten ), dispone actrices y actores en el Tigre, dispone ensayos, dispone sus habituales juegos de ficción dentro de ficción (o ficciones exponenciales). Y lo hace sin pedantería, con una amabilidad y una velocidad que se ajustan al tiempo breve y al encanto perdurable que propone Rosalinda .