Rompecorazones

Crítica de Pablo O. Scholz - Clarín

Tenían que ser franceses

En clave de comedia romántica, un joven es contratado para enamorar a la hija de un millonario e impedir que se case.

Los franceses a la hora de inventar historias para sus comedias son mandados a hacer. A la manera del cine de Francis Veber, Rompecorazones parte de una premisa traída de los pelos, pero que en su desarrollo, porque uno se olvidó de lo inverosímil o porque los gags y las situaciones fluyen con naturalidad, terminan dibujando, al menos, una sonrisa.

En su debut como director en cine, tras pasar por la televisión, Pascal Chaumeil sabe imprimirle ritmo a un tejido de equívocos. Alex (Romain Duris, de El latido de mi corazón ) se encarga con su hermana y cuñado de destrozar parejas. Esto es: usted quiere que su hija no salga con ese zapallo que es su novio, Alex despliega sus encantos (y su tecnología) para enamorar a la susodicha y lograr que la pareja en cuestión -que suelen ser abusadores, malos tipos- sea cosa del pasado. Alex hace que las mujeres se den cuenta de que están por arruinar su futuro, y son ellas mismas las que terminan con la relación.

Creer o reventar.

Un millonario padre lo contrata para que su hija Juliette (Vanessa Paradis, la mujer de Johnny Depp en la vida real) no se case con otro joven rico, mucho más lindo que Alex y, un dato no menor, del que Juliette está enamorada. Tiene diez días para lograrlo.

Si se sigue tirando de aquel hilo de lo inverosímil se descubrirá que Alex será el chofer y hasta guardaespaldas de de Juliette, y prefabricará situaciones para que ella lo vea como el héroe que no es. Pero si es una comedia romántica, obviamente uno debe imperiosamente enamorarse “en serio” del otro, y probablemente le suceda lo mismo a este otro, por lo que...

Lo dicho: sin ser un tratado de originalidades pero tampoco un desperdicio de clisés, algunos momentos humorísticos funcionan como deben, los papeles de reparto hacen lo que deben hacer, soportar a aquellos protagónicos y todo redunda en un pasatiempo liviano, divertido y llevadero.

Paradis cuando no abre la boca y muestra sus paletas separadas, es realmente una belleza. No es que como actriz no cumpla, pero Duris, literalmente, le gana por robo.