RoboCop

Crítica de Rodrigo Chavero - El Espectador Avezado

Había despertado mucha expectativa el debut de José Padhilla en las grandes ligas. El director brasileño consagrado internacionalmente por su “Tropa de Elite” fue el elegido de la industria para rescatar del olvido a un personaje que había impactado fuerte en aquel lejano 1987: un vigilante humano y robot a la vez, “Robocop”.
Es cierto, aquel hit ochentoso había sido dirigido por el gran Paul Verhoeven y si bien abrazaba el espíritu clase B, logró posicionarse como un clásico de culto en el género de acción, forzando secuela y tercera parte. El argumento, simple y esquemático, era el de un avance científico capaz de unir la mente y las emociones de un policía, con la ferocidad de una máquina para la lucha urbana contra el delito.
Esa dicotomía, corazón o metal, es la que dominaba la escena y funcionaba realmente bien en su tiempo. Hoy, en 2014, la apuesta es respetar el espíritu de la historia, aggiornado a los tiempos que corren. Padhilla no corre riesgos, gira sobre el eje histórico y lo potencia con los discursos de crítica al tema de la seguridad de los ciudadanos “americanos”, buscando lo agudo en el planteo desde lo ideológico, sin dedicar mucha energía a reinventar lo argumental.
La historia ya saben es muy parecida a la original, estamos en Detroit, tenemos a un policía que sufre un atentado, Alex Murphy (Joel Kinnaman) y termina en grave condición (quemaduras, mutilaciones). En ese estado, es ofrecido por su esposa, Clara (Abbie Cornish) para un experimento con Omnicorp, en su afán de reestablecerse de sus severas heridas en el cuerpo.
Dicho holding se dedica a la seguridad con robots que protegen a los soldados del gran país del Norte en sus luchas en territorio exterior (ya saben, Irán, Afganistán, etc). Su CEO, Raymond Sellars (Michael Keaton) quiere que se les permita operar en territorio americano, pero hay una ley que lo impide. El está buscando un perfil determinado para superar esta barrera y tal vez Murphy sea lo que necesita… Claro, el hombre tiene influencias.
Posee amigos poderosos que hacen lobby. Pat Novak (Samuel L. Jackson), un periodista televisivo convocante, juega aquí también un rol importante: ante los medios, apoya el planteo del privado, Estados Unidos necesita otro tipo de policía para enfrentar el crimen y la idea que trae, es que Omnicorp parece ser la solución.
Por qué están no se permite su uso para combatir el delito? Los robots no tienen conciencia sobre lo que hacen. Ejecutan órdenes. Su juicio no tiene en cuenta todas las variables y no son confiables. Ahí está la falla.
Pero Dennet Norton (Gary Oldman), un brillante científico de la empresa en cuestión, prueba la unión policía (lo que queda de Murphy) con un avanzado diseño de droid urbano para combate y Sellars comienza a vislumbrar la posibilidad del negocio: si la opinión pública “compra” a Robocop, podrá venderle a América todo lo que desee en cuanto la legislación se modifique (el Senado debe tratarla).
Sin el testeo correspondiente, se le animan al proyecto y ponen a Murphy en la calle con su flamante moto y en traje negro. Claro, el hombre causa sensación. El tema es cómo funciona química y emocionalmente en su regreso a la actividad policíaca. “Robocop” plantea algunas cuestiones a atender, las razones esgrimidas para proteger al pueblo estadounidense del delito, el poder de los medios para torcer la opinión pública y el debate que subyace en toda sociedad científica privada: los avances tecnológicos, son siempre para ganar dinero y no para mejorar la vida de la gente?.
El cast aplica a una receta clásica: pocas emociones y palabras, mucho lenguaje corporal. En ese sentido, sobresalen los que más problematizan la cuestión, Keaton y Oldman, quienes hacen planteos serios sobre manipulación en cada campo que transitan. Kinnaman se calza el traje y no mucho más y la emoción, si es que la hay, está en el rostro de Cornish.
No hay puntos altos (incluso Jackson no logra convencernos de su histrionismo interesado) pero tampoco bajos. La historia es violenta, rápida (su metraje vuela) pero contenida y no tan furiosa como pretenderíamos. Creo que es una visión demasiado “respetuosa” y eso le resta puntos en la calificación final. Si les gustó la saga antes, es probable que los deje satisfechos. Si esperaban una recarga argumental, se quedarán con ganas de más.