Rivera 2100

Crítica de Maximiliano Curcio - Revista Cultural Siete Artes

Una idea original de Lito Vitale se convierte en el disparador del presente documental, cuyo título remite a una icónica dirección. En Rivera al 2100 fue fundada M.I.A. (Músicos Independientes Argentinos), una cooperativa que impulsaba a nuevos talentos en el mundo de la música. Orbitando fuera del mainstream, su obra como productora cobraría notoriedad en los años ’80, posibilitando el lanzamiento de “Gulp!” (1985), el disco debut de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota. Por el estudio de grabación también pasó nuestro amado Luis Alberto Spinetta, cuyas palabras se convierten en el prólogo de este imprescindible documental.

Miguel Kohan, experto director y fotógrafo, retorna al género que transitara en films como “El Café de los Maestros” y “La Experiencia Judía”. Aquí, da cuenta de un espíritu de trabajo inclaudicable, exhibiendo el colectivo de artistas un concepto estético en tiempos donde Argentina se internaba en la oscuridad y el horror sembrados por la última dictadura militar. La casa de familia se convirtió en un polo cultural y la independencia artística en tiempos de censura y persecución engrandece la misión acometida. Pioneros de la autogestión musical, M.I.A. llevó a cabo una gesta heroica. La producción artística alternativa validó modos emergentes no transitados anteriormente.

La memoria viva del núcleo conformado por Lito y Liliana, junto a su padre y madre, entre anécdotas plenas de nostalgia y recuerdos imborrables, recupera este precioso reservorio afectivo que funciona, tanto como reconstrucción histórica, como rescate emotivo para el corazón melómano. “Rivera 2100” respira una sensibilidad y artesanía notables.