Retrato de una mujer en llamas

Crítica de Roger Koza - Con los ojos abiertos

Sciamma propone una segunda intersección entre el cine y la pintura. ¿Cómo observa una pintora? ¿Cómo mira una cineasta? Los primeros planos coinciden con la capacidad observacional de quien pinta y también de la mujer que posa. Saber mirar es extender la atención sobre una acción sin énfasis o algo inadvertido de alguien o algo. Una axila en primerísimo plano sin depilar desconcierta primero y luego obtiene una potencia erótica inesperada solamente porque se ha filmado una superficie corporal de una manera inusual que no suele mirarse sino como un área destinada a ser objeto de publicidades de desodorante. La fuerza de la película reside en esos detalles dispersos, y no tanto en las escenas simbólicamente concebidas para vindicar el deseo femenino y la libertad explícita sobre el destino de su cuerpo. (La hermosa canción que cantan muchas mujeres al lado del fuego en una noche es un episodio placenteramente decorativo; la orquestación siniestra durante un aborto no parece pertenecer a esta película).