Resident Evil 4: La resurrección

Crítica de Diego Batlle - La Nación

Relato limitado y con clichés

Resident Evil 4 trae de regreso a su director original, pero ya no alcanza

Con cuatro películas en ocho años, la saga de Resident Evil -basada en los personajes del popular videojuego de Capcom- se ha convertido en un exponente paradigmático del cine high-tech . En este nuevo episodio, al ya habitual despliegue de sofisticados efectos visuales, elementos propios de la ciencia ficción posapocalíptica, explosiones, zombies, estilizadas imágenes en cámara ultra lenta y la música electrónica del dúo tomandandy, se le suma -claro- la espectacularidad del diseño 3D para la creciente oferta de salas digitales en todo el mundo.

Sin embargo, aun con semejante esfuerzo pirotécnico y con el regreso del guionista y director Paul W. S. Anderson (responsable del film original), Resident Evil 4 no alcanza a constituirse en un producto con vuelo propio: la trama y casi todas sus escenas son derivativas (por ser generosos) del cine de John Carpenter y George A. Romero, mientras que la estética tiene demasiados puntos en común con la franquicia de Matrix . El problema, de todas maneras, no es su falta de originalidad sino que la película -especialmente durante su segunda mitad- es una acumulación de golpes de efecto que buscan el impacto a cualquier precio y no logran siquiera sostener la tensión y el suspenso.
Referencias

El arranque -bastante promisorio- es con una ambiciosa secuencia ambientada en una Tokio futurista y ya devastada por el virus T que la poderosa corporación Umbrella ha diseminado por todo el mundo convirtiendo a casi toda la población en zombies. En la custodiada sede del holding irrumpe con todo su arsenal de recursos la heroína Alice (Milla Jovovich) para intentar detener las ansias de expansión y destrucción del despiadado Albert Wesker (Shawn Roberts).

Lamentablemente, tras ese interesante inicio, el relato se traslada a Alaska -donde la protagonista se reúne con su por entonces amnésica compañera Claire Redfield (Ali Larter)- y luego a una vieja cárcel de Los Angeles rodeada por miles de hambrientos zombis (son múltiples las referencias a Asalto al precinto 13 , de Carpenter). Allí, Alice y Claire se sumarán a un basquetbolista hot (Boris Kodjoe), a un duro militar (Chris Redfield), a un latino, a un asiático y a un par de sobrevivientes más en la búsqueda de una "tierra prometida" llamada Arcadia, a la que se convoca a través de constantes transmisiones de radio.

Más allá de las evidentes limitaciones de una historia llena de lugares comunes y de actuaciones no del todo convincentes, los seguidores del videojuego y de esta vistosa franquicia cinematográfica probablemente encontrarán motivos suficientes para su regocijo. Al final de cuentas, estamos ante una exitosa maquinaria que ha invadido y seguirá invadiendo computadoras, consolas de juegos y cines. Por si hacía falta aclararlo, la producción de la quinta parte ya está en marcha.