Rehén de ilusiones

Crítica de Rodrigo Chavero - El Espectador Avezado

Ya todos conocen mi admiración por Eliseo Subiela. Creí mirando una y mil veces "Hombre mirando al sudeste" y "El lado oscuro del corazón", me emocioné con "Despabilate amor" y disfruté del ejercicio filosófico en "No te mueras sin decirme a donde vas". Son films que están en mi videoteca y han logrado que lo reconozca como uno de los grandes directores argentinos de los 80 y 90. Sin embargo, a partir de la llegada del nuevo siglo, sus productos fueron perdiendo fuerza y se desdibujaron en ideas que no lograron alcanzar el nivel de sus grandes trabajos ya nombrados.

Llega a salas un nuevo intento de Subiela por reencontrase con el cineasta que fue: "Rehen de ilusiones". A diferencia de sus anteriores trabajos, el cineasta tiene algunas cosas claras: intenta volver a las fuentes de contar una historia más bien clásica, incorporando su mirada ya conocida sobre el amor, lo carnal, la muerte y el desequilibrio emocional.
La historia presenta a un escritor prestigioso, Pablo (Daniel Fanego), ya mayorcito él (de 50 para arriba), que está casado (con una esposa bastante bien compuesta por Mónica Gonzaga) y con un pasar cómodo. Se siente todavía con fuerzas, aunque languidece en su estudio privado, donde busca inspiración para la literatura. Laura (Romina Ricci), es una mujer de 30 que hace tiempo y a lo lejos, estudió Letras en la facultad. Y su profesor fue justamente Pablo, de quien ella estaba enamorada. Claro... Ella era su alumna y esa admiración, no llegó a trascender (diez años atrás nada menos). Accidentalmente la joven da con él a través del periodismo (es fotógrafa) y se ofrece como su amante, sin dudar.
Lo que será el vínculo central de la historia es el romance entre Pablo y Laura, quienes pasan de ser desconocidos el uno del otro, a necesitarse mutuamente con desesperación, dadas sus propias turbulencias y necesidades personales. Fanego y Ricci tienen buena química y componen una pareja a la altura de la trama sin mayores dificultades. Pero a medida que la relación avance, nuestro escritor descubrirá que su joven amor, no es una mujer corriente, sino que enfrenta contradicciones potentes en relación con su familia y su origen, virando el tenor de la historia de un drama romántico a una historia con tintes de suspenso.
"Rehén de ilusiones" conserva algunos destellos al estilo de los trabajos de Subiela en el pasado. Muchas de las líneas de Pablo en la primera parte, son una invitación a la reflexión crítica sobre el género masculino. Ahí, en esas frases que suenan extrañas pero potentes, se encuentra lo mejor del film: hay mucha humanidad (bien entendida) y es lo que esperamos de este director. El problema es que después, no se acierta con el mix de géneros que plantea. Nunca damos con el registro exacto de la película, de a ratos los protagonistas recrean bien la relación de amantes y su problemática, pero a los pocos cuadros se contamina el logro cuando se potencian historias laterales que no cobran vuelo y terminan desdibujadas hacia el final del relato.
Sentimos que Subiela buscó integrar su concepto de cine más íntimo y articularlo con un afuera más dinámico (toda esta línea del origen de Laura, por ejemplo), pero hay muchos errores en el guión que eligió para sostenerlo, sin dudas. Promediando el relato sentimos que el film no ofrece unidad y muchas de sus buenas intenciones quedan sepultadas en un desarrollo irregular con un cierre que mejor no anticipar.
Más allá de eso, un paso adelante en relación a los últimos tres films que firmó Subiela. Tal vez sea un escalón necesario para reencontrarse con el cine de calidad que sabemos él puede lograr.