Refugiado

Crítica de Rolando Gallego - El Espectador Avezado

A veces el peor enemigo es uno mismo, o al menos es lo que intenta decir Diego Lerman en “Refugiado” (Argentina, 2014), una película que toma la violencia de género como punto de partida y afirma algunas cuestiones relacionadas con la complicidad de la victima con el victimario. Laura (Julieta Díaz, enorme en esta interpretación) es la madre de Matías (Sebastián Molinaro) y pese a que se desvive por él, el infierno que diariamente vive por parte de su pareja hacen que termine convirtiendo al niño en una excusa y negación constante más que en una crianza consciente.
Un día Matías (Molinaro) es acompañado por la madre de un compañero de escuela hasta su casa luego de un festejo de cuy se encuentra con un panorama bastante perturbador, su madre, en el piso, golpeada y rodeada por pedazos de vidrios. Inmediatamente son ubicados en un centro para víctimas de la violencia y en ese lugar, en el que Laura rápidamente se recupera, imaginarán una estrategia para poder vivir tranquilos y sin la amenaza del marido y sus golpes.
Pero no todo es ideal en esta historia, ya que Laura y el niño se escapan de la institución y comienzan un escape, en plan road movie, pero urbana, en la que ambos saltarán de un hotel a otro, de una pensión de mala muerte a esconderse en su viejo trabajo y allí también conseguir la contención necesaria para atravesar tan difícil momento.
Madre e hijo corren por la ciudad, se apresuran, no quieren ser vistos, y la tensión crece, en cada mirada hacia atrás de los protagonistas aquejados por una angustia profunda y que nunca cesa. Lerman, una vez más, apela a imágenes intimistas, con planos cortos y detalles, largas escenas sin diálogos y una ciudad mostrada desde su lugar más sórdido.
El padre está fuera de campo y en la voz en off de cada uno de los miles de mensajes que deja a Laura solicitándole perdón. Además el director suma el punto de vista de Matías, con planos que visualizan el detalle desde la altura de la cámara y así emulando la vista del niño. Refugiado es una película dividida entre la búsqueda infantil de apoyo parental y una tensión que trasciende el “psicopateo” clásico que películas de la misma temática han logrado hacer.
La excelente actuación de Díaz, además, suma una gran personificación de “Refugiado” en ella, algo que en otros casos podría perjudicar el histrionismo y terminar generando un discurso sin efecto y sensacionalista. Para seguir comprendiendo la dinámica dentro de una pareja en la que se ejerce violencia de género y que sólo hacia alguno de los momentos finales puede llegar a comprender que la respuesta que escucha no es la que espera. Intensa y con grandes actuaciones.