Rápidos y furiosos X

Crítica de Jesús Rubio - La Voz del Interior

Pasaron más de 20 años de la primera Rápidos y furiosos (2001) y la transformación positiva que sufrió la saga capitaneada por Vin Diesel es notoria. El actor se convirtió en una figura clave del cine de acción gracias a su personaje de Dom Toretto, hecho a la medida de una industria que es mucho más contestataria y disruptiva de lo que el lugar común del prejuicio cree.

Rápidos y furiosos X es la primera parte de la décima y última entrega de la franquicia. El elenco original se mantiene inalterable (hasta el fallecido Paul Walker aparece unos minutos), se incorporan nuevos nombres y reaparecen otros fundamentales, como el de Jason Statham, John Cena, Charlize Theron, Rita Moreno y Helen Mirren.

La esencia y el espíritu de la saga también se mantienen. El equipo de Toretto sigue defendiendo a los suyos y luchando contra el enemigo de turno, que esta vez está interpretado por Jason Momoa, quien hace del demente Dante Reyes, hijo del mafioso y narcotraficante Hernán Reyes, el villano al que matan en la quinta parte (de 2011).

El plan de Dante lleva a los del bando de Toretto por distintas ciudades del mundo, como Roma, Londres y Río de Janeiro (y hasta la Antártida), siempre con largas y espectaculares persecuciones explosivas, clases magistrales del desplazamiento a toda velocidad con piruetas que se entienden a la perfección.

Dante no quiere matar de entrada a Dom, ya que primero lo quiere hacer sufrir. El sadismo y la crueldad de Reyes están interpretados con desparpajo por un Momoa suelto, perverso y juguetón, que se divierte con el personaje.

Tampoco faltan los autos tuneados, que son como los superpoderes de los personajes, sobre todo de Toretto, quien tiene que salvar a su hijo y a su mujer, porque la familia está por sobre todas las cosas, valor inamovible del personaje y de la saga.

Rápidos y furiosos X está escrita por Justin Lin y Dan Mazeau y tiene como director a Louis Leterrier, quién agarró las riendas tras la renuncia de Lin. Leterrier entiende cómo tiene que hacer las cosas y descomprime el exceso de situaciones disfrutablemente ridículas que caracterizó a las dos entregas anteriores, incorporándole secuencias de acción más concentradas y efectivas.

El director le dedica tiempo a cada grupo de personajes, los desarrolla, les da la importancia que se merecen. Allí están los amigos Roman (Tyrese Gibson), Tej (Ludacris), Ramsey (Nathalie Emmanuel) y Han (Sung Kang), quienes realizan parte de la misión en Londres. También se le dedica tiempo a Cipher (Charlize Theron), quien pasa a ser una aliada, y al tío Jakob (John Cena), quien tiene que proteger al pequeño Brian (Leo Abelo Perry). Y a Letty (Rodriguez), claro, quien tiene su pelea cuerpo a cuerpo con Cipher. Además, está el momento de la carrera en Brasil, en el que aparece Isabel (Daniela Melchior), quien también tiene su historia.

La película tiene humor en su justa medida y, por suerte, no cae en la gravedad dramática de Tortetto y en su mambo con la familia y el pasado. Leterrier se concentra en el despliegue de la acción y lo único que se le puede reprochar es que al personaje de Mia (Jordana Brewster) lo olvida un poco.

Rápidos y furiosos X se ajusta al universo mítico de la saga. Diesel/Toretto se arroja de cabeza al género, salta al vacío en su auto y todo es libertad, espectáculo, entretenimiento, adrenalina y cine de acción en estado puro y duro.