Quizás para siempre

Crítica de Santiago García - Leer Cine

Tres parejas protagonizan esta obra teatral disfrazada de largometraje. Tres parejas, cada una con alguna crisis, las tres conectadas entre sí. Michael Jacobs dirige su primer largometraje y también lo escribe, lo que lo convierte en el responsable de este producto aburrido que se lanza al lugar común con un nivel de impunidad digna de acciones más relevantes. No le importa nada a Jacobs, ni la historia del cine, ni la lógica de los eventos, ni el ritmo cinematográfico ni nada. Algo habrá visto él que nosotros no, esperemos que sea un enorme cheque, porque de lo contrario estamos hablando de un director que no sabe lo malo que es.

En una noche ocurren tres eventos iniciales. Dos desconocidos, Diane Keaton y William H. Macy, coinciden accidentalmente en un cine donde se está proyectando una película sueca. La actriz Diane Keaton está viendo cine sueco desde hace más de cuatro décadas, desde sus películas con Woody Allen hasta hoy. Sin duda le gusta. Ambos han ido solos al cine y terminan charlando largo y tendido sobre sus vidas. Para ella es un pecado, para él es el único alivio de una vida triste.

Otra pareja está en un hotel, son amantes y ella es especialmente apasionada, mientras que él está más abrumado por los conflictos en su vida. Él es Richard Gere y ella es Susan Sarandon. Una última pareja, esta vez de jóvenes, está en una boda de unos amigos. Algo hace que ella descubra en él muchas dudas y entran en una discusión que los puede terminar separando. Ella es Emma Roberts y él es Luke Bracey. Lo único que se les ocurre para evaluar cómo seguir es armar una cena con sus padres, ya que no se conocen mutuamente. Sí, Diane Keaton y Richard Gere son los padres de Emma Roberts y Susan Sarandon y William H. Macy los de Luke Bracey. Ese encuentro es el núcleo de la obra.

Lo que arranca como comedia se vuelve drama y todos dicen lo que tienen para decir sobre la pareja, el amor y las relaciones. A los noventa minutos la película termina y ya podemos volver a nuestras vidas. Sarandon, Keaton y Gere hubieran sido un elenco de lujo en la década del ochenta y William H. Macy, al que no ponen en el primer cartel de la película, también hubiera sumado un poco aunque no fuese una estrella. El elenco llega tarde, el guión es horrible y no hay situaciones ni graciosas ni emocionantes que puedan ser tomadas como algo más sofisticado de lo que se ve a primera vista.