Quiero matar a mi jefe

Crítica de Rodrigo Chavero - El Espectador Avezado

El carisma de los villanos...

Hay una tendencia que viene creciendo de fortalecer las comedias adultas políticamente "incorrectas" en la industria americana. "The hangover" marcó el camino y profundizó la escuela de Judd Apatow (de treintañeros inmaduros enfrentados a circunstancias que marcaban su paso a la madurez) para subir la apuesta y detonar una variante más agresiva y profana de esa veta. Más escatológica, con más contenido sexual, secuencias explosivas y vulgaridades extremas. Ahi se anotan "Bridemaids" (sin estrenarse todavía en Argentina), "Bad Teacher" y "Hall Pass", por ejemplo. Esta corriente viene en ascenso, así que esperen muchos productos similares a "Horrible bosses" en los próximos meses...

Mirando el afiche, nos damos cuenta de la primera apuesta fuerte en el cast elegido: los villanos de la historia son actores de trayectoria. Hábil decisión. Siguiendo esta línea de trabajo, recordamos que los "buenos" siempre son tipos simples, sufridos y que no les va bien en la vida, con lo cual enfrentarlos al carisma de Jennifer Aniston, Colin Farrell y Kevin Spacey parecía ser una buena estrategia: o te caen bien los empleados humillados, o simpatizás con el carisma de los jefes. Idea que paga, en la taquilla, pero que genera un producto desparejo en el equilibrio del film.

Veamos, tres amigos tienen serios problemas con sus jefes. Pero serios eh! Nick (Jason Bateman) odia al señor Harken (Spacey) porque lo hace trabajar día y noche. Lo tienta con un ascenso que nunca llega y disfruta con de una manera sádica el sometimiento que ejerce sobre todo empleado de su oficina. Es de lo peor el tipo. Dale (Charlie Day) es asistente dental y tiene una jefa muy sexy que quiere hacerlo su esclavo sexual (!!). Julia (Aniston), es una inescrupulosa y ninfómana dentista que disfruta torturar a sus pacientes durante la anestesia quien ha puesto sus ojos en Dale y quiere hacer fracasar su flamante compromiso con su novia. Kurt (Jason Sudeikis) pareciera que la tiene más fácil en su empleo, pero el mandamás muere y la empresa queda a nombre de Bobby (Farrell), cocainómano y despiadado sujeto que inicia una purga entre sus subalternos mientras intenta llevar a la quiebra el sueño de su padre.

Un desastre. Los jefes hacen honor al título de la cinta y llevan la situación a un punto de sin retorno. Chantajean a sus empleados y cruzan una barrera que lleva a la ruptura total: Nick, Dale y Kurt van a buscar un asesino para sacarse el problema de encima. Darán con un marginal llamado Dean "MF" -motherfu...- (cameo de Jamie Foxx) quién los asesorará a hora de planificar los crímenes. El tema será que matarlos y quedar libres de toda culpa no será fácil...

El guión de Michael Markowitz, John Fancis Daley y Jonathan Goldstein (todos con buenos antecedentes en la televisión norteamericana) tiene un inicio formidable donde brillan las adecuadas caracterizaciones de los malos de la historia. Ellos son el punto alto de la historia, sin dudas. Spacey es letal y cínico, Farrell transita por un festival de excesos sin pausa y Aniston se toma en serio su rol de dominatrix. Hasta ahí, todo diez puntos. El problema es pasada la primera media hora, algunos gags no son tan divertidos, otros tienen remates débiles y el corazón del conflicto, una vez que la decisión de sacarlos del medio está tomada, es demasiado artificial y aburrida. No importa cuanto delirio intenten desplegar en pantalla (persecusiones, algunas balas, ilícitos), cuesta creer que los tres amigos tiengan carácter para enfrentarse a tanta maldad y salir indemnes de semajente confrontación.

No es que la pasemos mal en la butaca. De hecho, nos reimos... pero no como esperábamos hacerlo viendo el nivel de comediantes de primer nivel que tiene el elenco. En cierta manera, siento que hay menos delirio que el necesario para llevar la película a otro nivel y la débil confrontación final deja a la audiencia un tanto desconcertada: si los villanos son tan malos, ¿no habría que cerrar de una manera más arriesgada, encendiendo la pantalla para abrir la saga de cara al futuro?

Para Seth Gordon (director de la insípida "Four Christmases"), el producto llega a su clímax en sintonía con el desarrollo. Para nosotros, no.

"Horrible bosses" es la clase de película que tenés que ir a ver cuando tenés ganas de reirte, y predisposición para ello. Por ejemplo, cuando te juntás con tus compañeros del laburo o estás con el ánimo bien arriba. Ahí es cuando mejor funciona. Si no estás en el día adecuado, puede que te saque alguna sonrisa pero no va a dejarte eufórico ni mucho menos. Apenas aprobada, se potencia cuando encuentra su público...