Quiero bailar con alguien

Crítica de Maximiliano Curcio - Revista Cultural Siete Artes

Película que peca de positivismo, si tenemos en cuenta el escándalo y las curvas peligrosas que rodearon a una trayectoria desbordada de tensiones, dramas y excesos. Dirigida por la estadounidense Kassi Lemmons -la realizadora de “Harriet” (2020)-, “Quiero Bailar para Alguien” coloca en el pedestal del cine mundial a la novel intérprete Naomie Ackie. La pregunta era si estaría a la altura. La respuesta arroja visibles contrastes. Los mismos guionistas de “Bohemian Rapsody” estructuran un biopic de indudable referencia, a través de dos horas y media de metraje. Una tarea nada fácil, llevar a la gran pantalla el periplo profesional y personal de la fenomenal Whitney Houston. Pero, la música no tiene fronteras, ella decía, tal y como se menciona durante uno de los primeros pasajes del film. La sola búsqueda de la autenticidad. Pensamos en Whitney y es inevitable recordar a una cantante que también trazara lazos con el mundo del cine; atesoramos, principalmente, su actuación en “El Guardaespaldas” (1990). Al fin, ¿cuánto del ángel de Whitney pervive en “Quiero Bailar con Alguien”? Poco, a decir verdad. En lo que representa una cuestionable decisión artística, el uso del playback le pasa facturas de modo notable. Por parte de Ackie, pese a su esmero, luce francamente indefensa frente a la cámara, y aquí se nos presenta el más marcado de los contrastes. Al intentar copiar al milímetro los movimientos observamos que su desempeño es correcto, pero, cabe decir, ‘imitar la entonación’ desde el silencio no llena el alma ni el corazón. La desconexión entre la voz original y su émulo de ficción es evidente. De calidad notablemente menor a la mayúscula “Respect” (2021) -sobre vida y obra de la genial cantante negra Aretha Franklin- el presente largometraje sortea avatares merced a un presupuesto limitado, el cual se ve reflejado en la insuficiente representación de ciertos momentos míticos. Lemmons no logra hacer justicia a una magnífica carrera, y si bien sabemos de sobras que la de Whitney, indiscutida voz de su generación, fue una vida personal distanciada del idílico camino de rosas, no obstante, es mérito de los responsables aquí decidir apartar la mirada de los aspectos más dolorosos y trágicos.