¿Quién mató a los Puppets?

Crítica de Tomás Ruiz - EL LADO G

Una apuesta jugada por un humor para mayores, la simpatía que siempre generan estos personajes de goma espuma y lo bien que quedan estos elementos juntos.

Que el título no los confunda, no se viene la tercera parte del nuevo reboot de Los Muppets, esos pequeños y amigables títeres llenos de colores, sentimientos e incluso variedad de razas de animales, que a lo largo de los años han sabido inundar la pantalla con canciones, chistes físicos aptos para todo público y casi siempre, una gran moraleja reveladora. En esta oportunidad, los que verán acción en la gran pantalla, no son la rana, el oso y la cerdita, sino que serán sus primos lejanos, los Puppets. Si bien en su estructura física, estos muñecos son bastante similares a los creados por Jim Henderson, todo el ambiente a su alrededor es totalmente diferente. La convivencia entre los Puppets y humanos, es de lo mas dificultosa, ambos se tratan con hostilidad y hasta hay un alto grado de discriminación entre ellos. Claro está, no en todos los casos es igual, ya que incluso trabajan juntos, tienen affaires amorosos y conviven lo más bien.

Bajo estas características y en este marco se da ¿Quién Mató a los Puppets? (The Happytime Murders, 2018), una película que mezcla comedia con un tono demasiado subido con ironía casi todo el tiempo y las situaciones más hilarantes que se les puedan ocurrir con una película detectivesca que nada le podría envidiar a David Lynch. En esta combinación de géneros, que suele ser más normal de lo que en un primer vistazo puede parecer, tendrá una de las caras femeninas que se asocian inmediatamente a la comedia, Melissa McCarthy. Interpretando a la detective Connie Edwards, una agente de la ley que el protocolo se le es esquivo. Mientras que por el lado de los muñecos parlantes, estará Bill Barretta, un famoso titiritero estadounidense quien dará vida a Phil Phillps, un puppet que de dedica a ser detective privado, luego de que lo bajaran de su cargo de oficial de policía, por un incidente que tuvo cuando eran compañeros con Connie. Los caminos de nuestros protagonistas volverán a cruzarse, una vez que empiezan a sucederse un par de asesinatos misteriosos, vinculando a nuestro protagonista de goma espuma con cada una de estas muertes. Phil y Connie deberás unir fuerzas e intentar dejar las diferencias de lado, para resolver este misterioso caso.

En una película plagada de humor negro e irónico, ¿Quién mató a los Puppets? resulta ser un mejor filme del que uno puede pensar. Si bien estas criaturas rellenas de felpa, siempre van a ser amigables y dulces, el choque que en un momento produce de que sean todo lo contrario impacta un poco, pero luego, al acostumbrarse, termina resultando algo totalmente compatible. Hay varios pasajes en donde los chistes parecen sacados del peor talk show del mundo y otros de muy buena resolución. El problema de ambos viene cuando se da la constante reiteración de ellos. Ni hablar de momentos bizarros que hay para tirar al techo, pero ahí el director Brian Henson, supo jugar con la delgada linea de lo bizarro y lo vulgar para que su obra no se vea arruinada. A pesar de que el guión no deslumbra en ningún aspecto y de que el “misterio” tiene poco de misterioso, la película corre sin problemas por la gran dinámica que se presenta. Un gran acierto de esta producción, es el tiempo que dura. Suele pasar que estas comedias suelen alargarse inexplicablemente para desarrollar ideas sin sentido o solamente para estirar, pero ese no es este caso. Solo una hora y veinte bastan para contar una historia que si bien presenta fallas, no las agiganta y sigue, y eso es valorable.

En cuanto a las actuaciones, Melissa McCartney se lleva todos los aplausos. Claramente es la más reconocida de un elenco que incluye actores con un largo curriculum, ella es la estrella sin lugar a dudas. McCartney ha demostrado a lo largo de su carrera que este es el humor que le gusta practicar y se nota. La naturalidad de algunas situaciones, por menos graciosas que parezcan, en su poder pueden lograr que mas de uno se pase la película riendo a carcajadas. Mención aparte para el grupo encargado de hacer que los títeres cobren vida. El director Brian Henson, es incluso un muy respetado titiritero que hoy por hoy comanda la Jim Henson Company (La de los Muppets) y al mismo tiempo, es hijo de Jim y Jen Henson, titiriteros por excelencia. Por ende, la excelente puesta en escena queda mas que justificada. Cabe destacar, que esta compañía de muñecos fue la encargada de facilitar los movimientos de grande personajes de la cultura pop como por ejemplo, los amigos coloridos de David Bowie en Laberinto (Labyrinth, 1986) y ni hablar de todas las películas de los queridos Muppets, de ahí su llamativo parentesco.

Para pasar el rato esta película cumple con todos los requisitos. Una apuesta jugada por un humor para mayores, la simpatía que siempre generan estos personajes de goma espuma y lo bien que quedan estos elementos juntos. ¿Es chocante? Sí. ¿Es graciosa? También, muy graciosa.