¿Quién mató a los Puppets?

Crítica de Santiago García - Leer Cine

Las combinaciones perfectas suelen ser combinaciones refinadas y complejas. Encontrar el equilibrio ideal entre dos universos distintos es un acto de magia que esconde inteligencia y talento. Tan complejo es lo que hace The Happytime Murders que el título local tropezó y cayó en un ridículo ¿Quién mató a Los Puppets? Demasiado cine para poder venderlo de forma clara. Tal vez deberían haber elegido justamente eso, promocionarla como lo que es: una película extraordinaria.

En una ciudad de Los Angeles de auténtico clima de film noir, la historia comienza siguiendo al detective privado llamado Phil Phillips. Phillips es una marioneta –literalmente- en un mundo donde los humanos y los muñecos coexisten de forma tensa. Los muppets no tienen el mismo estatus social de los humanos pero aun así, todos comparten la ciudad. Phillips tiene una oficina como la de Humphrey Bogart en El halcón maltés (o cualquier otro film noir clásico hasta la actualidad), una secretaria humana que lo ama secretamente y un trauma del pasado que lo ha dejado a afuera de la policía de Los Ángeles donde él trabajaba. Cuando llega una femme fatale –o puppet fatale, para ser más exactos- llega a encargarle un caso queda claro que Phillips se meterá en un problema más grande de lo que parece.

Phillips quedará en el medio de un asesinato múltiple en una tienda porno y pronto descubrirá que alguien está matando a los protagonistas de un éxito televisivo llamado The Happytime Gang, una vieja sitcom de los ochenta protagonizada mayormente por muñecos. La investigación lo conectará con su antigua compañera del servicio policial Connie Edwards (Melissa McCarthy) con quien aun tiene cuentas pendientes. Juntos son el dúo de investigación más clásico que se puede imaginar, bien al estilo del policial negro de las décadas de los sesentas y setentas.

Este guión podría haber sido protagonizado por Steve McQueen, James Coburn, Lee Marvin, Charles Bronson, Clint Eastwood, Angie Dickinson o James Caan. La película la podría haber dirigido Don Siegel o Jean-Pierre Melville. Pero claro, además de ser un perfecto policial de aquellos años, la película es una comedia y no cualquier comedia, sino una comedias con muppets, sí, con los muppets de la línea de Jim Henson. De hecho la película está dirigida por Brian Henson, el hijo del creador de esta clase de muñecos. Algunos creen que puede ser una falta de respeto, incluso hasta llegaron a sufrir una demanda de la empresa productora de Sésamo Street. Sesame Workshop consideró ofensiva la línea promocional que decía “No Sesame, all Street“. Por suerte no ganaron, porque obviamente era una tontería.

Todo lo bueno del mundo del policial y todo lo bueno del mundo de los muppets se combina en esta historia. El ya de por sí bastante irónico estilo de diálogos del film noir se combina con chistes delirantes producto de la existencia de muñecos en esta clase de historias. Un humor completamente adulto atraviesa la historia y no es otra cosa más que la versión graciosa de las tramas de venganza, sexo y violencia de los policiales de este tipo. Todo funciona, todo es gracioso y a la vez dramático e incluso tiene la profundidad y la melancolía propia de esta clase de títulos. Es una película de otra época que se salva de ser una pieza de museo debido al humor irreverente y anti solemnidad de los personajes y las escenas. Citar, entre muchos films, a Bajos instintos es un guiño ideal para delatar el puritanismo de espectadores y críticos, incapaces de manejar una película con tantas aristas complejas.

Finalmente es ridículo pensar que esta película no forma parte del mundo de los muppets. Sí es una película adulta, pero no solo está hecha por muchos de los que han hecho los muppets durante décadas, sino que además es la prueba final de que los muppets eran en serio. Jim Henson no se tomaba a la ligera sus personajes ni los consideraba una tontería. Es por ese motivo que hacer una comedia adulta, con sexo y violencia no hace más que corroborar que los muppets son una forma de arte tan digna como cualquier otra y que por lo tanto pueden protagonizar toda clase de historias. De hecho Brian Henson dirigió anteriormente dos películas de Los Muppets adaptando clásicos como Charles Dickens y Robert Louis Stevenson. No estamos frente a un film maldito, simplemente a una película que corre el riesgo de ser menospreciada. El menosprecio es algo que la gente que se ha dedicado a la comedia desde el comienzo del cine hasta la actualidad ha tenido que enfrentar. Mientras tanto siguen haciendo maravillas como The Happytime Murders.