Querido papá

Crítica de Rolando Gallego - El Espectador Avezado

Seleccionada por Israel para presentar al país en los últimos premios Oscar “Querido Papá” (Israel, 2015), de Yuval Delshad, narra el derrotero de un niño por encontrar su verdadera pasión frente a los embates de un padre estructurado y severo.

El filme arranca con una bella escena en la que Moti (Asher Avrahami) se sube a una camioneta y gracias a la autorización de su padre (Navid Negahban) maneja unos metros el vehículo. Esa primera escena es tan solo una pequeña muestra de todo aquello que luego no acontecerá en el filme, ya que Moti, será severamente adiestrado para cumplir con las rutinas más exigentes con el objetivo de continuar con un negocio familiar que se muestra en clara decadencia.

Itzhak (Avrahami) es un hombre que mantiene diariamente junto a su pequeño hijo y su mujer (Viss Elliot Safavi) una granja de pavos. La tarea lleva a que la mayor parte de tiempo todos estén abocados a diferentes actividades relacionadas con esto y nunca tienen un momento de esparcimiento u ocio.

Siendo Moti un niño, con sueños, anhelos y esperanzas, tal vez en el colegio o cuando realizan rezos en el templo al que acuden, es que deja volar sus ilusiones infantiles más allá del umbral de tolerancia de su padre.

Y justamente el filme narra eso, la tensión que entre Moti y Itzhak se genera desde la exagerada severidad con la que el padre se relaciona con el niño, por un lado, y el conflicto que se disparará dentro del seno familiar cuando llegue de visita, y cada vez más asiduamente, el hermano del hombre, una persona que es completamente diferente a Itzhak pero que le abrirá los ojos a Moti sobre las posibilidades que puede tener más allá de la granja.

Ese negocio familiar, sostenido a fuerza de un exagerado mantenimiento, que requiere de una total atención de todos, es la prisión a la que diariamente Itzhak somete a Moti y a su mujer. Pero cuando Dariush (David Diaan), el tío, el que viene de “fuera” comience a relacionarse con el niño, la relación entre padre e hijo se resentirá aún más.
Delshad pone el foco en los vínculos misóginos que el padre mantiene con su mujer, pero que también continua con una fuerte exigencia con el niño, sin poder relacionarse con éste más que a partir de retos, gritos, discusiones y tareas por cumplir.
Si Moti sueña con armar un vehículo con pedazos de cosas que fue encontrando en los depósitos de la granja, o si desea pasar más tiempo con su tío, Itzahk sólo ve una amenaza a la continuidad de su patriarcado.Y Delshad muestra eso, de manera tradicional, sin vuelo, enfocando la historia en el calvario diario del niño sin permitirse jugar más con el pintoresco paisaje en el que la familia vive, y mucho menos, adentrarse en los oscuros vericuetos personales de Itzahk y su padre, un ser también despreciable y castrador como él.
Algunos pasajes de la historia, como cuando Monti aprende de Dariush el oficio de joyero, y la cámara se detiene en detalles para, de alguna manera, demostrar el amor y la paciencia que ese tío pone en el niño, algo que adolece profundamente.
“Querido Papá” es un filme viejo y fallido, que omite permitirse generar alguna empatía con los personajes que muestra, ni siquiera ese niño, que por momentos es reflejado desde el dolor que le genera la distancia con su padre, pero que también es mostrado como un ser calculador y caprichoso, casi un pequeño reflejo de Itzhak.