Punto rojo

Crítica de Maximiliano Curcio - Revista Cultural Siete Artes

El director de “Diablo” (2011), “Kryptonyta” (2013) y “El Club de los 27” (2018) se ha vuelto con los años un realizador de culto, para los estándares que cultiva cierta cinefilia de nuestro. Nicanor Loreti ha sabido mixturar, la ciencia ficción, lo fantástico, el policial y la acción. Su cine se puebla de héroes y villanos, con claras influencias de la literatura y el cine de género americano. Sus películas suelen ser relatos corales, y en ellas se filtra una estética de cómic abrevada con un humor bizarro. Loreti utiliza abundante cámara en mano, persiguiendo un cine realista. También flashbacks y suculentas dosis de humor negro. Así, ha labrado una imagen que le continúa favoreciendo de modo redituable. Para quien comenzara desarrollándose en el periodismo cinematográfico, el presente representa su octavo largometraje. En “Punto Rojo”, estrenada en el último Festival de Cine Internacional de Mar del Plata, se combina la inventiva visual del cineasta con su faceta narrativa más disparatada. Si bien el film extrae de las locaciones elegidas virtudes y sentidos que puedan otorgarle funcionalidad a su puesta en escena, el resultado no se vislumbra del todo homogéneo. La semilla original desde el cortometraje “Pinball” desemboca en un producto en donde lo excesivo prescinde de cierta lógica. Este ´policial conurbano con guiños al cine de Quentin Tarantino y Guy Ritchie adapta el concepto a la forma, no sin cierta pretensión. Cómodo en su hábitat predilecto, la reputación de Loretti como cineasta salvaje añade una página a su leyenda.