Presencia siniestra

Crítica de Rolando Gallego - El Espectador Avezado

Pobre Mary (Naomi Watts), tras sufrir la repentina muerte de su marido en un accidente de tránsito debe lidiar a diario con los cuidados de su hijo (Charlie Heaton), quien también tras ese siniestro quedó cuadripléjico.
Sus días se desenvuelven entre la rutina del aseo y alimentación del joven y alguna que otra entrevista en su oficina. Mary es psicóloga y trabaja con especial atención casos de niños con problemáticas complicadas antes de ser asignados a hogares/asilos.
Entregada a sus pensamientos, cada día ve como pierde más espacio ante los inevitables cuidados de un joven que ni siquiera le puede retribuir con un gesto de agradecimiento la atención que le da.
Pero cuando tras atender a un niño (Jacob Tremblay) sordo, y ver cómo éste un día desaparece misteriosamente en lo que se convierte el caso policial de mayor resonancia en el lugar, Mary comienza a escuchar algunas voces y sonidos en su casa que la alertan y perturban.
Así “Presencia Siniestra” (Francia, USA, Canada, 2016), de Farren Blackburn, con producción de Europacorp, la empresa de Luc Besson, arranca elucubrando un thriller en el que el fuera de campo será la estrella del relato.
Pero en el avance de la historia, que conjuga mucho de otros films de género y también va sumando elementos de nuevas narrativas, como las series de televisión de procedimientos, que terminan por configurar su estructura, el espíritu original del film se pierde.
Si “Presencia Siniestra” tiene mucho del susto por sorpresa, del más clásico, pero también va relegando su lograda construcción inicial, más de autor, por giros y conflictos que no hacen otra cosa que resentir su propuesta.
Naomi Watts posee oficio, y sabe qué tipo de heroína debe construir para la película, pero mientras avanza el relato su personaje no sólo pierde consistencia, sino que termina por transformarse en un esbozo de trazo grueso de aquello que era originalmente.
Es una lástima que “Presencia Siniestra” termine cediendo a la débil idea que un filme de género de bajo presupuesto tiene que sorprender con lugares comunes, sabiendo que el verosímil y el placer de los espectadores debe además de la recurrencia, sustentarse en un sólido guión, que interpele al espectador desde aquello que sabe más que lo que no.
Además, cuando el fuera de campo termina por incorporarse en la estructura, y se lo suplanta con inverosímiles situaciones, el resultado termina siendo algo que ni siquiera responde a aquello que originalmente se planteaba.
“Presencia Siniestra” podría haber ido por un camino menos convencional para potenciar a las dos figuras (Tremblay/Watts) que poseía como atractivo, pero al elegir ir a lo seguro, que en este caso no asegura nada, termina por hacer agua por todos los lados. Fallida.