Portadores

Crítica de Emiliano Fernández - CineFreaks

Exposición y contagio

Hollywood sigue firme en su vieja táctica de fagocitar a realizadores extranjeros de cine de género para esporádicamente reemplazar a los asalariados de siempre, aquellos que suelen ser confundidos por la crítica imberbe con los queridos “artesanos” (este término implica un mínimo conocimiento que los directores propiedad del estudio ya no poseen desde hace tiempo). En lo referido a la valorización de las obras resultantes, en la década del ’90 numerosas carreras que prometían se vieron truncadas a raíz de productos deficitarios que revelaban sin sutilezas el carácter poco tolerante del gigante norteamericano: por suerte durante los últimos años la tendencia se ha dado vuelta y hoy el desafío es muy auspicioso.

El caso que nos ocupa, la interesante Portadores (Carriers, 2009), ejemplifica lo anterior al poner una vez más de manifiesto la incompetencia de la “planta permanente” y la solvencia de los por ahora “turistas”. De hecho, hablamos de un combo terrorífico dirigido con una fuerte impronta dramática por los hermanos españoles Àlex y David Pastor: el film es tanto su debut en largometraje como su primera colaboración concreta (hasta este momento habían desarrollado trayectorias por separado centradas exclusivamente en cortos). Como en la reciente La Carretera (The Road, 2009) aunque sin los padecimientos humanistas, la propuesta construye un futuro tenebroso en la línea de Exterminio (28 Days Later..., 2002).

Todo comienza con cuatro jóvenes viajando en una camioneta luego de que una pandemia diezmara casi por completo la población mundial: Brian Green (Chris Pine), su novia Bobby (Piper Perabo), su hermano Danny (Lou Taylor Pucci) y la amiga de éste Kate (Emily VanCamp). Por supuesto que de inmediato se topan con un sobreviviente y su hija infectada, lo que junto a las circunstancias contextuales disparará varios interrogantes en torno al dilema de abandonar o asistir a los enfermos. La película regresa una y otra vez sobre este eje moral a través de un pulso narrativo que abraza el suspenso minimalista y deja de lado la iconografía de los zombies (aquí la agonía es trágica y la muerte definitiva).

Sin maravillar el elenco cumple dentro del marco general y Chris Pine conduce la acción replicando en buena medida su rol en Star Trek (2009). Sin dudas el aspecto más destacable es la misma labor de los cineastas, también responsables del guión: manteniendo un tono ameno que parece flirtear con el horror adolescente para rápidamente girar hacia la ciencia ficción apocalíptica, el dúo entrega un opus compacto sustentado en diálogos precisos, coherencia formal y sustos furtivos vinculados a las reacciones de los protagonistas. Lejos de las torpezas y la falta de ideas del promedio contemporáneo, en esta ocasión la exposición y el contagio están al servicio de un ataque inteligente contra el individualismo.