¿Por qué él?

Crítica de Jessica Johanna - Visión del cine

Llega a las carteleras Por qué él, una típica comedia norteamericana con el extraño dúo Bryan Cranston-James Franco al frente.
¿Por qué él?, se preguntarán tantos padres a la hora de conocer al novio de su hija, especialmente si éste es un excéntrico, desenfadado y en apariencia irresponsable, alejado de la imagen de la chica universitaria con futuro prominente. En este caso, la película está dirigida por John Hamburg, uno de los guionistas de La familia de mi novia y además director de Mi novia Polly, y producida por Ben Stiller con una historia ideada por Jonah Hill. Tras una premisa utilizada hasta el hartazgo en la comedia, el principal atractivo del film está compuesto por su extraño dúo protagónico: Bryan Cranston y James Franco, éste último ya más cómodo en el género. En las diferencias y similitudes que comparten ambos personajes radica gran parte de lo atractivo del film.

De ¿Por qué él? no se espera demasiado y ése es un punto que tiene a favor. Hay algunos buenos chistes, pero la mayoría ya se pueden ver en el trailer, y tiene un par de apariciones estelares que aportan. Hay otros tantos que son tan predecibles como poco graciosos, pero en general la película se desenvuelve de manera bastante decente, como sus protagonistas. Bryan Cranston logra despegarse de la imagen a la que uno inevitablemente lo tiene asociado, y el multifacético James Franco continúa destacándose más en este género que en otros tantos y rubros donde se ha probado.

A los actores se les permitió improvisar mucho durante el rodaje y es así que se grabó una cantidad de material excedente que derivó en una especie de recorte de dos horas de duración, y esto se nota en lo despareja que es a nivel narración y edición, escenas que saltan de una a otra sin mucha coherencia a veces.

Aun así, ¿Por qué él? es una agradable comedia, con personajes interesantes y buenas actuaciones. Con un guión predecible que funciona sólo de a momentos, al igual que el humor al que apuesta, sirve para pasar el rato sin muchas más pretensiones.