Por fin ¡solos!

Crítica de Pablo O. Scholz - Clarín

Es la típica comedia con acento francés. Exquisita, con algunos lugares comunes, chistes de salón y otros subiditos de tono, para no pasar por mojigatos.

La pareja protagonista de esta película de Fabrice Bracq no tiene problemas de dinero. Están por jubilarse, tienen un muy buen pasar y planean dejar su hogar francés para pasar el resto de sus vidas en Portugal.

Pero, porque sin un pero no habría comedia, Philippe (Thierry Lhermitte) y Marilou (Michèle Laroque) no contaban con que el mismo día que planean informar la novedad a sus hijos, uno de ellos les gane de mano y les cuente que está por tener familia. Y otra hija, que ya tiene dos niños, está por separarse del padre -por una relación clandestina- y quiere que los abuelos cuiden a los pequeños.

Y, para más, parece que a la madre de Philippe (Judith Magre, vista en Elle) le quedan pocas semanas de vida, por lo que la internan en un geriátrico, pero ella está mejor que toda la parentela junta.

Lo dicho, ¡Por fin solos! es una comedia exquisita, porque como el matrimonio tiene una vida a todo trapo, todo lo que se ve es lindo, los problemas no pasan de ser domésticos y la idea que prima en los 97 minutos que dura la película es pasarla bien, sin preocupación alguna.

Lhermitte indudablemente maneja bien la comedia, y la pasaba de 10 cuando lo dirigía Francis Veber en filmes como La cena de los tontos. En síntesis, para pasarla bien un rato, no complicarse la vida, y a otra cosa.