Piratas del caribe: Navegando aguas misteriosas

Crítica de Santiago García - Leer Cine

HUNDAN LA FRANQUICIA

La cuarta parte de Piratas del Caribe confirma todo lo que las cuatro películas anteriores exponían: el estudio de mercado por encima del talento cinematográfico. Cada nueva entrega de la serie resulta un poco inferior que la anterior, no sólo por su mediocridad, sino también por repetir siempre lo mismo.

Esta serie comenzó en el año 2003 con La maldición del Perla Negra (Pirates of the Caribbean, The Curse of the Black Pearl, 2003) y su éxito fue inmediato. Desde su nacimiento, los films de Piratas del caribe estuvieron cerca. ¿Cerca de qué? Cerca de dar en el blanco, cerca de lograr algo realmente interesante. Por momentos, y sólo en el primero de los cuatro films, esa cercanía era mensurable y se podía llegar a entender qué faltaba. La simpatía del protagonista completaba aquello que las películas no daban. Una combinación entre película de piratas, historia de amor e historia de fantasmas, la convirtió en una combinación irresistible para todos los públicos. Tres películas por el precio de una, o algo así como una red lo suficientemente grande como para que no quedara nadie fuera de la misma. El que mucho abarca poco aprieta, se dice por ahí, pero lo cierto es que tal repercusión de taquilla anula cualquier posibilidad de autocrítica por parte de los creadores de esta multimillonaria franquicia. Han pasado algunos años desde aquellas olvidables segunda y tercera parte, filmadas a la vez, y cuyo rumbo era tan confuso como aburrido. En épocas del 3D, no había que quedarse afuera y este recurso (que ya agota) es utilizado aquí también para que dos o tres espadas apunten hacia el espectador. El pirata Jack Sparrow (Johnny Depp) vuelve a las aventuras, incluyendo nuevos personajes y viejos conocidos. En aquella recordada La maldición del Perla Negra quedaba muy en claro que la película era él y tan solo él. Por los mencionados motivos comerciales no se atrevieron a que un pirata fuera quien llevara adelante la historia y por eso incorporaron la fantasía –por momentos efectiva- y la historia de amor entre dos personas políticamente correctas –que no funcionaba ni por un momento. Tanto no han cambiado las cosas y sigue siendo él, y sólo él, único valor rescatable de este nuevo film. El director Rob Marshall, el mismo que en Chicago nos enseñó cómo no se filma un musical, acá reduce su trabajo a filmar mal todas las escenas de acción, a no dejar fluir narración alguna y a plantar la cámara como un poste cada vez que Depp tiene que rematar con un chiste. La buena noticia es que Depp logra salir airoso alguna vez. Tres o cuatro sobre un total de mil. Los demás actores también se encargan de sobrevivir con altura a la deriva de dirección, pero es Penélope Cruz la que sale menos airosa. Se nota que Cruz, a diferencia de los demás, está esperando una dirección y, al no recibirla, recita sus diálogos de forma tal que producirá vergüenza ajena en los espectadores. ¿Cómo es que se puede llegar a este punto? Sin duda es la inercia de la franquicia la que le permite seguir adelante con nuevas películas, ya que el público está asegurado de antemano. Y ahí está el gran dilema: ¿Repetir lo mismo y volverse rutinario o renovarse y arriesgarse a ya no ser lo que se era antes? La cautela no es una buena consejera, y Piratas del caribe Navegando por aguas misteriosas peca de poca osadía a la hora de plantear su juego. Es positivo que la historia haya retomado algo de la simpleza del primer film, y haya dejado de lado el exceso poco atractivo de la segunda y tercera parte. Mejora mucho la película en la última hora, aun sin que esto implique que se trate de una película superior a las anteriores. La historia de amor ahora se centra en los personajes de Jack y Angelica (Cruz) y en el humor entre ambos. Atisbos de screwball comedy que pudieron dar para más. La prometedora pareja, sin embargo, se diluye con otra historia de amor “más seria” que nace en otro lugar de la trama entre dos personajes secundarios. Ese amor más solemne parece querer incluir a la juvenil platea de films como Crepúsculo. No debo detallar las consecuencias de esto para el film en su totalidad. De hecho toda la película es una sucesión de situaciones muy acartonadas, donde nada parece funcionar del todo y donde, más que nunca, se ven las marcas de un producto más estudiado desde lo comercial que deseado desde lo artístico. Una nota más: hay que quedarse hasta el final de los títulos, ya que hay algo para ver. Es una pena que no haya nada nuevo para ver antes de los mismos.