Percy Jackson y el Mar de los Monstruos

Crítica de Agustín Neifert - La Nueva Provincia

Para disfrute de los adolescentes

Vale considerar que la saga de Percy Jackson es, desde su origen literario de mano de Rick Riordan, un producto dedicado a acercar la franja juvenil, y que su traslado al cine sigue la tendencia sin involucrarse en complejidades de filosofía o fidelidad. Por ende, buscar en esta saga iniciada para la pantalla en 2010 algo más que entretenimiento con excusa histórica, resulta una pérdida de tiempo.
Hecha la salvedad, se puede contar que Percy Jackson y el mar de los monstruos es el segundo título de la serie iniciada con El ladrón del rayo, dirigida por Chris Columbus (autor de las dos primeras de Harry Potter).
Entonces, el protagonista se descubría como hijo de una humana y de Poseidón, el dios del mar y las tormentas, según los antiguos griegos. En su condición de semidios, Percy era trasladado al campamento Mestizo donde sus semejantes se entrenan para la guerra; conoce a Annabeth Chase y a Grover, sus laderos incondicionales y comienza su serie de aventuras cuando es enviado a recuperar el Rayo de Zeus.
En esta entrega, con nuevo director, Percy se enfrenta a la profecía según la cual un hijo de los dioses destruirá o salvará al Olimpo.