Paterson

Crítica de Benjamín Harguindey - EscribiendoCine

Un día en la vida

Paterson (2016) es una película tierna y engañosamente sencilla. Transcurre a lo largo de una semana y trata sobre el día a día de una persona que empieza y termina todos los días de la misma forma. A primera vista es una película sin conflicto, y en la repetición de la rutina del personaje vemos que cada día sintetiza una filosofía de vida que no invita conflicto. No es hasta el final que descubrimos qué es lo que ha estado en juego todo el tiempo.

El protagonista es Paterson (Adam Driver), un chofer de colectivo que además es poeta. O al revés, un poeta que además conduce un colectivo. Ambas cosas van de la mano: Paterson maneja un colectivo en la ciudad de Paterson, Nueva Jersey, oyendo las conversaciones de sus pasajeros y en su tiempo libre escribiendo reflexiones poéticas en su libreta. No ambiciona con ser publicado. No hay un concurso de poesía al final de la película. Es su modo de vida.

El objetivo de Paterson - inconsciente, como todo lo que hace - y uno de los posibles mensajes de la película es que el arte le da sentido a la vida, y vivir artísticamente es un fin en sí mismo. La película no se pone en una posición pedante ni mucho menos sobre lo que constituye la palabra y sugiere que todos estamos buscando un modo de expresión artística que de forma a nuestra vida y viceversa. Es una película sumamente serena. Aún los indicios de peligro que se señalan aquí y allí carecen de amenaza; son notas al margen o al pie de página.

Escribe y dirige Jim Jarmusch, que en su obra se ha dedicado a retratar, con mayor o menor autenticidad, personajes que suelen ser lacónicos, solitarios y totalmente entregados a su estilo de vida. Todos podrían ser descritos como vagabundos - el joven itinerante de Permanent Vacation (1980), los choferes noctámbulos de Una noche en la tierra (Night on Earth, 1991), el forajido moribundo de Dead Man (1995), etc. - pero el de Paterson no es un vagabundeo desesperado ni errante, sino asimilado en un sistema de vivir.

Paterson tiene una novia, Laura (la adorable Golshifteh Farahani). Laura es, cómicamente, la antítesis de su novio, y se encuentra en plena búsqueda de una forma de vivir y expresarse. Quiere ser decoradora, chef o música, dependiendo del día y qué video de YouTube ha visto recientemente, y la banalidad de todo emprendimiento queda resaltada por su insistencia en impostar su “estilo” (patrones de rallas o círculos en blanco y negro) en todo lo que viste y hace. Cualquier otra historia recurriría al melodrama para inventar tensión entre la pareja - habría algún malentendido inoportuno, alguna pelea trágica o recriminación hiriente - pero los personajes están por encima de eso. Se complementan demasiado bien.

Paterson es una película en tiempo presente, lo que significa que la vida anterior de sus personajes es irrelevante y el futuro se mantiene incierto y difuso. No poseen tragedias en sus pasados ni ambicionan nada para su futuro. Cuenta una historia sobre la armonía del ahora, sobre saborear lo bueno y lo malo y llegar a la semana siguiente con ganas de seguir viviendo.