Paternal

Crítica de Maximiliano Curcio - Revista Cultural Siete Artes

Dicen los libros de historia que los ‘Manuscritos del Mar Muerto’ también son llamados ‘Rollos de Qumrán’, fueron encontrados en cuevas situadas en Qumrán (Estado de Palestina), a orillas del mar Muerto. Totalizan 972 manuscritos. La mayoría datan del año 250 a. C. al año 66 d. C., antes de la destrucción del Segundo Templo de Jerusalén por los romanos en el año 70 d. C. Su colección se conserva hoy en día en el museo de Jerusalén, y su curador es -nada mas y nada menos- que Adolfo Roitman, aquel que emigrara a Israel en 1987.

¿Es “Paternal” una botella lanzada al mar? ¿Será, así como los rollos sagrados, una cápsula de tiempo? La preservación de la memoria es, también, una forma de pensar y ver el mundo. Acaso, ¿por qué no?, de ocultarlo de toda amenaza. La huella de un pensamiento que todo acontecimiento histórico, social y humano arrastra como una marca indeleble. Allí está la curiosidad de todo documentalista y allí posa la mirada Eduardo Yedlin, retratando a Adolfo, un personaje que despierta simpatía e interés.

Un viaje en el tiempo y en el espacio prefigura “Paternal”, documental itinerante que traza su ecuador desde los rollos del mar muerto a Maradona. Y, en ese trayecto, observamos la diversificación de ciudades, religiones, hábitats. También nos sumergimos en microcosmos y dimensiones paralelas que parece habitar este oriundo bonaerense. Resguardando ‘el santuario del libro’, dentro del museo, nos topamos con el eclecticismo de un personaje excluyente, Adolfo. La lente de Yedlin lo sabe inasible: diversos mundos giran alrededor de él; y su protagonista, generoso, abre su vida a la cámara.

El documental transita una riqueza de realidades paralelas y recuerdos nostálgicos. Filmado en Argentina, Brasil, México e Israel, nos incita a pensar en qué cosas puede creer un ser humano. En su cosmovisión puede caber la divinidad absoluta superior, poderosa e impoluta, tanto como la fragilidad humana e inabarcable de un ídolo popular y convocante. En tiempos de fútbol como un templo moderno y de deportistas concebidos como íconos de masas.