Pasajeros

Crítica de Rolando Gallego - El Espectador Avezado

No sería ideal para el espectador revelar muchos detalles de “Pasajeros” (USA, 2016), el esperado filme protagonizado por Jennifer Lawrence y Chris Pratt, y que bajo la dirección de Morten Tyldum (“El código enigma”) propone una clásica historia de amor en medio de una distopía.
Imagínense un mundo devastado, y mientras se extingue la Tierra, la posibilidad de emigrar hacia otras colonias en otros lugares lejanos de la galaxia se hace real, un grupo de humanos decide embarcarse en una larga travesía y ser “inanimados” durante el período para subsistir y llegar a destino.
Pero qué pasaría si en ese trayecto eterno, de más de 90 años, algún desperfecto hiciera que alguno de los miembros de la tripulación despierte sin saber realmente qué es lo que está aconteciendo o al menos hacia dónde se dirige.
Sin brindar más datos de eso va “Pasajeros”, de cómo dos seres deben coexistir en tiempo y espacio, sin antes haberse conocido o saber el uno del otro, y preparar un plan de acción para poder continuar con la idea original en la que se habían embarcado, pese a que la realidad les dice otra cosa.
Aurora (Lawrence) y Jim (Pratt) se conocen, se aman, se pelean, se distancian, todo en medio del espacio, sin mediar otro humano y sólo con la compañía de un androide “barman” que les brinda la dosis necesaria de alcohol para que ahoguen sus penas.
La mirada lúcida del guion acerca de las relaciones y la sociedad, como así también la relectura de clásicos del género y de otros géneros (no por nada la protagonista se llama “Aurora” como “La Bella Durmiente”) permiten que espectadores jóvenes, principalmente, se acerquen a esta historia que cumple con lo que promete.
Cuando al film se le comienzan a hacer algunas preguntas, demasiadas, acerca del porqué de decisiones de los protagonistas o sobre cómo alguno de ellos tiene la capacidad para resolver rápidamente algunas cuestiones y no otras, es cuando “Pasajeros” comienza a hacer agua por todos lados.
Pero si uno se enfrenta a la historia, sin mucho más, creyendo en ella, asumiendo el verosímil que propone sin otro objetivo, es cuando el relato se hace más vívido y potente, apoyado, principalmente, en el carisma de los protagonistas, ineludible, que refuerza todo.
“Pasajeros” tiene en recientes referentes como “Gravedad” un punto de anclaje, pero también en sagas distópicas como “Los juegos del hambre” o films realizados para millenials como “Nerve”, en los que se disponen algunos parámetros de narración para el género.
El presente consumista y derrochador, avasallante y atropellador del pasado, es desandado por estos dos seres en pena en medio de la nada, quienes deberán tomar drásticas decisiones para poder continuar juntos, o, separados, y llegar a buen puerto.
Tyldum mantiene la tensión hasta el final y logra, gracias a la utilización de efectos especiales el plantear su relato con una potencia que trasciende la banalidad de algunas situaciones planteadas durante la narración.
“Pasajeros” se pregunta por el hombre, sobre su futuro, sobre la vida en sociedad, sobre el amor, y, principalmente, sobre la supervivencia del más fuerte, que no siempre tiene que ser la esperada, ni mucho menos la que se creía