Pasaje de vida

Crítica de Rolando Gallego - El Espectador Avezado

Para su segundo largometraje el realizado Diego Corsini decidió apelar a su historia familiar y narrar una época oscura de la historia argentina en “Pasaje de vida” (Argentina, España, 2015), thriller dramático que aborda la etapa previa a la instalación de la maquinaria represiva militar. Todo comienza cuando en la actualidad Mario (Javier Godino) recibe un llamado en el que le informan el grave estado de su padre (Miguel Angel Solá).
A partir del encuentro con este, con el que no tenía contacto hace años, el hombre intentará de alguna manera reconstruir una parte de su vida de la que no tiene idea y posee muchas dudas. “Pasaje de vida” se inaugura con el flashback y termina generando una metonimia de su propia estructura narrativa, al contar la fundación de una célula montonera en la que Miguel (Solá) conoció a Diana (Carla Quevedo), con la que quedó instantáneamente enamorado, principalmente, por su vocación hacia la política.
De mundos opuestos, pero con la convicción que a partir de la acción se podían cambiar de base algunas cuestiones relacionadas a la opresión y explotación laboral, en la reconstrucción de una época convulsionada, pero al mismo tiempo rica y esperanzadora, el romance entre Miguel joven (Chino Darín) y Diana avanza a pesar de las trabas que día a día encuentran.
Hay un esmero en la puesta en escena y en la reconstrucción de época a partir de un cuidado proceso de selección del vestuario y los lugares de acción que suman. Este artificio le permite recrear el espíritu, o mejor dicho el aura militante, aunque en algunos trazos gruesos, o en la exageración de algunas actuaciones secundarias la narración se resienta.
La película posee dos partes bien marcadas, una en la que Mario (Godino) busca desesperadamente claves para cerrar su historia y poder, por ejemplo, conocer más de su pasado a partir de un misterioso manuscrito, algunas claves que en momentos de lucidez le dice su padre, y el encuentro posterior con una mujer que tuvo que ver con ellos que le dará los indicios para terminar de aclarar todo.
En la otra, la historia de amor entre Miguel y Diana, se narrará el encuentro, apogeo y caída de una pasión que en marco de la ilegalidad deberá forjar sus cimientos para poder así mantenerse sólida ante los avatares que se les presentan.
El guión provee de algunas palabras solemnes, afectadas y obvias a los personajes, como así también una rigidez y simpleza narrativa, con planos y escenas armadas clásicas que le restan fuerza al mensaje de esfuerzo por luchar por ideales. Pero en las interpretaciones de la pareja protagónica referida al pasado (Darín y Quevedo), como también en las participaciones de Solá y Charo Lopez (como un personaje que ayuda a Mario a esclarecer su identidad) es en donde el ralentí de la historia se desvanece y genera interés en la propuesta.
Para conocer una parte de la historia que aún no se había trabajado en la pantalla grande, con algunas fallas, pero con muchas intenciones, “Pasaje de vida” viene a ocupar un lugar necesario, eso sí, sin pretender más que la información que se muestra y no mucho más que eso.