Papás a la fuerza

Crítica de Pablo O. Scholz - Clarín

Dos tipos audaces

Robin Williams y John Travolta, en esta comedia de Disney.

Si usted tiene niños a su alrededor, propios o cercanos, seguro que le pidieron ir a ver Papás a la fuerza. Es una película de Disney, publicitada en sus canales de cable, con John Travolta y Robin Williams, y un orangután que abraza a Seth Green, la escena que los chicos esperan. Vaya, entonces preparado.

Por si precisa más datos: Robin Williams es Dan, y Travolta, Charlie, amigos desde hace años y socios de una empresa deportiva a punto de cerrar un acuerdo millonario con una compañía japonesa. Y cuando todo parecía resultar -con Charlie bromeando con los japoneses que se ríen de cualquier cosa, y Dan siendo el cerebro de la operación-, Dan se entera de que el affaire de una noche para olvidar su divorcio, terminó con dos pequeños gemelos de ahora 7 años. La madre de los niños (Kelly Preston, esposa en la vida real de Travolta) va a pasar dos semanas en prisión -no por criminal, sino por activista política- y, adivinó: ellos deben hacerse cargo de los chicos (Emily es Ella Bleu Travolta: todo queda en familia, prestada).

Al haber una sola copia subtitulada -en Unicenter; las restantes 59 que se estrenan son dobladas- hay que adecuarse a escuchar al dúo protagónico en castellano neutro, y seguro el que más pierde es Williams. Hay chistes que usted ya escuchó, y situaciones relacionadas a cómo adaptarse a los niños cuando no se está con ellos, que también le sonarán conocidas. Pero como dice la Sra Legrand, el público se renueva, los chicos más pequeños no los conocen. Y si ellos se divierten, no se sienta un papá a la fuerza.